Formación de profesionales para las empresas impulsadas por datos
La generación D de las empresas, llamadas también “Data-Driven Business”, se caracteriza por tratar a los datos como ciudadanos de primera clase, porque saben que estos son los que les dan ventaja competitiva y, por lo tanto, los utilizan para conocer a sus clientes y el mercado, y en la automatización de procesos y toma de decisiones.
En un estudio internacional realizado por IBM a más de 1000 empresas, se determinó que un 1 de cada 5 empresas ya pertenece a esta generación. Además, muestra que estas compañías tienen mejor retención de clientes, generan un 10% más de nuevos productos o servicios, son 3 veces más eficientes y son mucho mejores manejando riesgo.
Un buen ejemplo de esta generación D es Netflix, la empresa más grande de streaming de películas y series. Esta almacena datos de cada uno de sus clientes, tales como las películas que ve, si ve las series en maratones de más de dos episodios de corrido y las películas que no termina de ver. Si Netflix hubiese continuado solo dando acceso a material creado por otras compañías, podría haber sido reemplazado por cualquier otra empresa de streaming. Sin embargo, el año 2013 decidió hacer uso del detallado conocimiento que tiene de sus usuarios para comenzar a generar contenido original, como House of Cards, especialmente diseñado para el perfil de sus usuarios y este año lanzarán más de 120 series orientadas a nichos específicos. Esta estrategia le da una ventaja competitiva difícil de superar.
En estas empresas es uno de los lugares donde se hace más claro que la revolución digital que estamos viviendo va a tener impactos tan fuertes sobre las funciones de los trabajadores como los de la Revolución Industrial. La habilidad de recolectar, almacenar y procesar datos que estamos experimentando junto con los avances en inteligencia artificial, almacenamiento de datos en la nube y uso masificado de redes sociales, cambian los tipos de labores que se esperan de los trabajadores ya que muchas de ellas pueden ser ahora realizadas mejor y más rápido por un computador.
Después de la Revolución Industrial la educación se focalizó en desarrollar las habilidades requeridas por la fuerza laboral de la época: comprensión de lectura, buena memoria y habilidad para repetir procesos y resolver problemas a través de ellos. De hecho, gran parte de la educación actual se sigue basando en esos principios. Sin embargo, la habilidad para memorizar es cada vez menos importante ya que actualmente tenemos acceso rápido a la información a través de múltiples recursos en línea. De hecho, ya no podremos aprender en el colegio y universidad todos los conocimientos técnicos que necesitaremos en nuestra vida. Las nuevas generaciones necesitan aprender a aprender, ser alfabetos digitales y desarrollar un conjunto de habilidades blandas tales como adaptabilidad, colaboración y comunicación.
Pronto deberemos incentivar el uso de tecnologías en la sala de clases, dar libertad a los estudiantes de avanzar a su propio ritmo y en las áreas que sean de su interés. Pronto no nos parecerá tan raro pensar en un colegio donde cada alumno elige las materias que estudia y utiliza un computador que lo guía en su proceso de aprendizaje, personalizando la experiencia según sus intereses y habilidades. Lo importante va a ser que el alumno obtenga ciertos conocimientos mínimos, aprenda a aprender y que haga uso creativo de los recursos a su disposición para resolver problemas complejos. En vez de tener pruebas estandarizadas en las que se prohíba el uso de materiales, estas serán más complejas y permitirán el uso de cualquier herramienta computacional de tal forma de medir la creatividad y la capacidad de buscar recursos en la web más que el uso de la memoria. Esto se vuelve especialmente importante si pensamos que las tecnologías y herramientas que podamos enseñar hoy en colegios y universidades estarán probablemente obsoletas al terminar sus estudios.
Este cambio en la formación no solo es necesaria por el campo laboral que tendrán las nuevas generaciones sino que también porque los nativos digitales, los que probablemente aprendieron a usar un smartphone o tablet antes de aprender a hablar, se desmotivan con un tipo de formación que se centra en una enseñanza estandarizada ya que requieren tener una participación más activa que considere sus intereses y habilidades.
Como sociedad, en esta revolución digital, debemos enfrentar lo antes posible el desafío de comenzar a formar a nuestros alumnos para que en vez de adquirir conocimiento sean capaces de crearlo.
En un estudio internacional realizado por IBM a más de 1000 empresas, se determinó que un 1 de cada 5 empresas ya pertenece a esta generación. Además, muestra que estas compañías tienen mejor retención de clientes, generan un 10% más de nuevos productos o servicios, son 3 veces más eficientes y son mucho mejores manejando riesgo.
Un buen ejemplo de esta generación D es Netflix, la empresa más grande de streaming de películas y series. Esta almacena datos de cada uno de sus clientes, tales como las películas que ve, si ve las series en maratones de más de dos episodios de corrido y las películas que no termina de ver. Si Netflix hubiese continuado solo dando acceso a material creado por otras compañías, podría haber sido reemplazado por cualquier otra empresa de streaming. Sin embargo, el año 2013 decidió hacer uso del detallado conocimiento que tiene de sus usuarios para comenzar a generar contenido original, como House of Cards, especialmente diseñado para el perfil de sus usuarios y este año lanzarán más de 120 series orientadas a nichos específicos. Esta estrategia le da una ventaja competitiva difícil de superar.
En estas empresas es uno de los lugares donde se hace más claro que la revolución digital que estamos viviendo va a tener impactos tan fuertes sobre las funciones de los trabajadores como los de la Revolución Industrial. La habilidad de recolectar, almacenar y procesar datos que estamos experimentando junto con los avances en inteligencia artificial, almacenamiento de datos en la nube y uso masificado de redes sociales, cambian los tipos de labores que se esperan de los trabajadores ya que muchas de ellas pueden ser ahora realizadas mejor y más rápido por un computador.
Después de la Revolución Industrial la educación se focalizó en desarrollar las habilidades requeridas por la fuerza laboral de la época: comprensión de lectura, buena memoria y habilidad para repetir procesos y resolver problemas a través de ellos. De hecho, gran parte de la educación actual se sigue basando en esos principios. Sin embargo, la habilidad para memorizar es cada vez menos importante ya que actualmente tenemos acceso rápido a la información a través de múltiples recursos en línea. De hecho, ya no podremos aprender en el colegio y universidad todos los conocimientos técnicos que necesitaremos en nuestra vida. Las nuevas generaciones necesitan aprender a aprender, ser alfabetos digitales y desarrollar un conjunto de habilidades blandas tales como adaptabilidad, colaboración y comunicación.
Pronto deberemos incentivar el uso de tecnologías en la sala de clases, dar libertad a los estudiantes de avanzar a su propio ritmo y en las áreas que sean de su interés. Pronto no nos parecerá tan raro pensar en un colegio donde cada alumno elige las materias que estudia y utiliza un computador que lo guía en su proceso de aprendizaje, personalizando la experiencia según sus intereses y habilidades. Lo importante va a ser que el alumno obtenga ciertos conocimientos mínimos, aprenda a aprender y que haga uso creativo de los recursos a su disposición para resolver problemas complejos. En vez de tener pruebas estandarizadas en las que se prohíba el uso de materiales, estas serán más complejas y permitirán el uso de cualquier herramienta computacional de tal forma de medir la creatividad y la capacidad de buscar recursos en la web más que el uso de la memoria. Esto se vuelve especialmente importante si pensamos que las tecnologías y herramientas que podamos enseñar hoy en colegios y universidades estarán probablemente obsoletas al terminar sus estudios.
Este cambio en la formación no solo es necesaria por el campo laboral que tendrán las nuevas generaciones sino que también porque los nativos digitales, los que probablemente aprendieron a usar un smartphone o tablet antes de aprender a hablar, se desmotivan con un tipo de formación que se centra en una enseñanza estandarizada ya que requieren tener una participación más activa que considere sus intereses y habilidades.
Como sociedad, en esta revolución digital, debemos enfrentar lo antes posible el desafío de comenzar a formar a nuestros alumnos para que en vez de adquirir conocimiento sean capaces de crearlo.