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UDD en la Prensa

Formación médica: La otra reforma de Salud

 Ricardo Ronco
Ricardo Ronco Decano Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo

La formación de médicos en Chile tiene una tradición de reconocida calidad. Hoy hay 24 universidades, sin considerar diferentes sedes, que gradúan anualmente 2.600 médicos. En 5 años, alcanzaremos el número de 3,5 por 1.000 habitantes, promedio actual de los países de la OCDE.

En relación con la formación de especialistas, la brecha entre la capacidad formadora y lo que realmente necesita el país es mayor y tomará años acortarla. Se requerirá de una estrategia más agresiva de parte de las universidades, como centros formadores, y del Ministerio de Salud, que financia y distribuye a la gran mayoría de los especialistas. A manera de ejemplo, hoy un cardiólogo demora 12 años en formarse: 7 en el pregrado, 3 años como internista y 2 como cardiólogo.

A pesar de la necesidad de especialistas, la columna vertebral del cuidado médico en Chile está constituida por médicos generales, que corresponden al 47% del total.

Dada la relevancia del rol de los médicos generales y la estrategia sanitaria transversalmente compartida del papel preponderante de la atención primaria de salud, vale la pena preguntarse: ¿es la formación médica de pregrado hoy día la adecuada para satisfacer las necesidades actuales? ¿Cómo reenfocar la formación de pregrado de los futuros médicos, en un mundo marcado por información al alcance de los dedos, por avances tecnológicos y por un cambio importante en la epidemiología de nuestra población? ¿Cómo influye la formación para resolver los problemas de salud de la población, más allá de los temas de acceso y financiamiento?

Durante los últimos 100 años los programas de estudio de pregrado de la carrera de Medicina han tenido una duración de siete años, con un ciclo de ciencias básicas y otros de ciencias preclínicas, donde se conocen sistemas y diagnósticos específicos, y los últimos dos años de práctica clínica supervisada (internados). Tradicionalmente, las asignaturas se enseñan como verdaderos estancos con poca integración entre las disciplinas e insuficiente vinculación con los problemas reales de los pacientes.

Reconociendo a la memorización como indispensable en el proceso de adquisición de conocimiento, hemos dado menos importancia a la comprensión profunda sobre los mecanismos de enfermedad, al pensamiento crítico, al rol educativo que debe tener el médico en la comunidad donde sirve. Esto es especialmente relevante cuando lo que enseñamos hoy cambia y se olvidará en pocos años.

El resultado actual, compartido en todos los encuentros con educadores médicos internacionales, es que hoy existe un exceso de contenidos en la etapa de pregrado, con los efectos de sobrecarga académica. Pensamos que hoy hay poca pertinencia de estos contenidos para el rol actual y futuro de un médico general en Chile.

Consideramos ciertas características como muy necesarias en la formación médica actual: pensamiento crítico, ética y comunicación, salud digital y telemedicina, trabajo en equipo, integración del conocimiento básico y clínico vinculado al problema de salud a resolver y guiado por la epidemiología del país, autonomía y la continuidad de aprendizaje, enseñanza con metodologías activas dentro o fuera del aula y exposición temprana al paciente.

En Chile la gran carga del sistema de salud se explica por enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer). Un porcentaje mayoritario de ellas son prevenibles con cambios en estilos de vida. La participación de los pacientes en sus decisiones de salud y de la propia comunidad en la promoción de hábitos y la prevención requieren que el médico general sea cercano a la comunidad donde le toque ejercer, además de tener una formación disciplinar de excelencia que le permita ser resolutivo y derivar de manera oportuna cuando así se requiera.

Instituciones en todo el mundo han concretado reformas curriculares, algunas discretas, otras disruptivas, todas tendientes a habilitar a los futuros médicos no solo con los conocimientos, sino en enseñarlos a pensar y a identificar información confiable y válida a lo largo de toda su vida profesional.

Este es el camino de ajustes que hemos emprendido con la convicción de que este programa renovado, de seis años de duración, tendrá un importante impacto en la salud de las personas.

Por: Dr. Ricardo Ronco y Paulette Conget, Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo