Hero Image

UDD en la Prensa

Flujo y aprendizaje

 Felipe Jara Schnettler
Felipe Jara Schnettler Director Ejecutivo de iCubo

¿Cómo hacer del aprendizaje un proceso placentero? Una pista a esta pregunta la tenemos gracias al trabajo del sicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi, que es reconocido por sus estudios sobre felicidad y creatividad. Este autor es el creador del concepto de «flujo», el cual es definido como la vivencia de una experiencia que es satisfactoria en sí misma; un estado en el que sentimos que somos «uno» con esta situación.
Es lo que sienten los artistas en medio de su trabajo, los yoghis durante la meditación, los deportistas en medio de sus pruebas. O usted mismo cuando lee un libro, juega con sus hijos o ve un partido de fútbol. Son esos momentos en los cuales un par de horas parecen solo unos cuantos minutos.
En este estado, sentimos que «el tiempo vuela». En los momentos de flujo estamos completamente enfocados en una actividad. Absortos. Nada nos distrae. De acuerdo con Csikszentmihalyi estos momentos son donde nuestro desempeño es el mejor; donde nos abrimos totalmente al aprendizaje; crecemos y nos acercamos -sin darnos cuenta- a nuestra meta o propósito mayor.
Por el contrario, existen al menos dos formas de provocar que los estudiantes no experimenten «flujo»; uno es creando un ambiente estresante, colmado de exámenes sin sentido, con promesas de recompensas futuras, pero de dolor y ansiedad durante el proceso. Y el segundo, al impedir que los estudiantes se enfrenten a desafíos apropiados con sus niveles de capacidades, provocando así altos niveles de aburrimiento y apatía.
Para evitar que nuestros estudiantes caigan en esto, debemos lograr que el nivel de desafío en el estudio tenga relación y coherencia con el nivel de habilidades que el individuo posee. ¿Cómo? Debemos innovar en metodologías de aprendizaje que nos ayuden a maximizar nuestros momentos de flujo; y sobre todo lograr que estos sean parte de aquellas instituciones clave para el desarrollo de nosotros como personas, y de la sociedad, como la escuela o la universidad.
La pregunta desafiante es; qué innovaciones o mejoras debemos instalar para que nuestra escuela o universidad logren provocar en los estudiantes un verdadero amor al aprendizaje, a la vez de abrir espacios de flujo que valgan por sí mismos.