El fantasma del 2008
Para el Gobierno de la Presidenta Bachelet es una derrota inapelable. Toda su estrategia de usar la elección municipal como catapulta para una nueva etapa se vino abajo. Nada queda de esa escena donde la Presidenta y su ministro del Interior se reían de las encuestas y del bajo apoyo que le dan a su gestión.
En alcaldes la derrota es inapelable. No sólo por las caídas emblemáticas de Carolina Tohá, Josefa Errázuriz, Helia Molina, Soledad Barría. Sino porque el costo le era cercano a la Presidenta Bachelet se hizo explícito, y en varias de estas candidaturas es un factor relevante al momento de explicar la derrota.
Este dato, que la baja aprobación del Gobierno se tradujo en un costo electoral para los candidatos de la Nueva Mayoría, va a poner en alerta a los partidos y va a presionar por exigir la renuncia del equipo político del Gobierno. Esto anticipa una semana marcada por la derrota para La Moneda y las exigencias de los partidos por ajustar cuentas van a ser crecientes.
Difícil escenario para Ricardo Lagos, que deberá extremar recursos para distanciarse del Gobierno, de su estrategia y de la derrota. Esta tensión provocará que los partidos tiendan a tomar partido en esta soterrada disputa entre Lagos y la Moneda. Alejandro Guillier quedó con poco margen. No tiene mucho que celebrar en esta elección, y tomar partido por la Moneda y la Presidenta Bachelet puede ser pan para hoy y hambre para mañana, por qué le permitiría crecer en la eventual primaria presidencial del oficialismo pero al mismo tiempo lo aleja de un buen desempeño en la elección real.
Que lo que pasó anoche tiene una lectura presidencial es claro, basta con recordar el rostro de Sebastián Piñera quien recorrió decenas de comunas, apostando fuerte en involucrarse apoyando candidatos y viéndose beneficiado de triunfos emblemáticos como los de Evelyn Matthei en Providencia y Felipe Alessandri en Santiago. Se repite la historia tal cual el 2008, el ex presidente entiende que esta victoria pone las bases del cambio que viene para Chile.
Es de esperar que el dato de la alta abstención no pase desapercibido en esta noche de triunfos y derrotas, cuando el 66% de los chilenos decide no participar, este hecho político es una deuda de nuestra democracia. Tener un padrón sin fallas y que sea verdadero garante del derecho a sufragio de los ciudadanos. Este ciclo electoral que se inició anoche y termina con la elección presidencial y parlamentaria del próximo año debe hacerse cargo de la baja participación. Son muchas las propuestas y mecanismo que permiten aumentar objetivamente la participación, es hora de lamentarse menos y hacer más. Con menos cálculo y más convicción. Una democracia de pocos es algo que corre el riesgo de ser capturada por grupos de interés alejándola del ideal ciudadano.