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UDD en la Prensa

Extractivismo y estatismo

 Fernanda García
Fernanda García Subdirectora Ejecutiva y Directora del Programa de Pregrado Faro

El extractivismo es definido como un modelo de explotación masiva de recursos naturales, pero el concepto conlleva una impronta ideológica, que lo asocia con la explotación voraz de recursos naturales por la empresa privada. Llevarse toda la riqueza y no dejar nada para el medio ambiente y la comunidad. La pregunta (como siempre) para quienes acusan al modelo y a los privados del pecado extractivista, es por qué habríamos de asumir que el estatismo es su remedio.

Asumir que la empresa estatal garantiza la sostenibilidad es falso, y la nueva (doble) rebaja de la calificación de riesgo que S&P aplicó a Codelco nos lo recuerda nuevamente. No es sorpresa ya que solo confirma las rebajas previas de Moody’s en octubre y Fitch en noviembre.

Tampoco es justa, así invocada sin más, porque es verdad que lo relevante es que Codelco sigue estando dentro de los parámetros de investment grade y, en la medida que cumpla sus compromisos, tendrá mejores indicadores. Las rebajas son en realidad, un recordatorio del problema de fondo: el dueño de Codelco es el Estado de Chile y por esto la empresa muestra un perfil decrecido frente a sus pares privadas en múltiples dimensiones además de la crediticia. Veamos.

Durante el primer semestre de 2023 Antofagasta Minerals registró utilidades, antes de impuestos, por US$ 765 millones, un alza de 12,5% respecto al mismo período del año anterior (principalmente debido a la mayor producción y ventas, además del incremento en los valores de los subproductos). Codelco, durante el mismo período registró excedentes por un poco más de US$ 329 millones (menos de la mitad que la minera privada). Nuevamente, hay explicaciones plausibles. En ese período, la estatal registró menores volúmenes de producción, de ventas, y una caída del 3% en los precios, además del evento sísmico en la División El Teniente.

¿Y que ocurre con la reinversión? A diferencia de la gran minería privada, que normalmente financia sus inversiones totales con entre un 20% y 30% de recursos propios, entre 1971 y 2022, Codelco solo recibió un aporte de cerca del 3% del total gastado en inversiones por su dueño, el Estado. Esta política la obliga a financiar la caja con recursos propios y, principalmente, con deuda. Una y otra vez, los resultados son explicables.

Lo que todos saben, y la narrativa estatista omite, es que estas cifras “explicables” se deben a que en realidad, Codelco es menos eficiente que la empresa privada, porque su dueño no solo no está sujeto al mismo rigor competitivo de los privados, sino que es en sí mismo una carga para la empresa. Se dirá que en sus 52 años de historia, ella sólo ha sido capitalizada por la decisión de dos gobiernos que adhieren a la visión estatista (2014 con Bachelet y 2022 con Boric). Pero nuevamente, hay aquí un engaño. El estatismo capitaliza cuando están en el gobierno, claro, pero cuando no lo está, fustiga el modelo, fomenta el conflicto social e invoca el incremento del gasto público y el aparato estatal ahogando cualquier posibilidad de reinversión para Codelco, sus ejecutivos y directores.

Para terminar: si toda esta ineficacia resultara en regímenes más sostenibles, o en mayores ingresos tributarios, algo quedaría por defender. Pero ello tampoco es así: los inversionistas, los Atacameños respecto del litio, e incluso el Fisco de Chile (que recibe más por concepto de impuestos de la minera privada que de la minera estatal), “prefieren” a SQM que a Codelco. ¿Quién hace a Chile entonces, más sostenible