Enap en la generación eléctrica
Tiene razón la senadora Isabel Allende cuando señala en su columna de ayer que Chile necesita de más actores que participen en proyectos de generación eléctrica para hacer frente a las próximas licitaciones contribuyendo así a generar un ambiente de mayor competencia que conduzca a una disminución en las tarifas, y está también en lo cierto al señalar que el Estado y el Gobierno no pueden estar ajenos a este problema. Donde yerra es en la solución propuesta: si lo que se busca es que aumente el número de actores en la industria de generación eléctrica, lo obvio es que el Estado y el Gobierno intervengan en la raíz del problema, disminuyendo las trabas que deben enfrentar todos quienes aspiran a participar con un nuevo proyecto. Solo de esta forma se generarán los incentivos correctos para aumentar el grado de competencia en esta industria.
La opinión contraria a la participación de Enap como «viabilizador» de proyectos de generación eléctrica no está basada en prejuicios ideológicos, sino en razones eminentemente prácticas: la petrolera estatal no posee ninguna ventaja especial que le permita participar en la generación eléctrica en mejores condiciones que los operadores privados, y además una incursión en este campo podría actuar como un disuasivo adicional para otros potenciales entrantes a la actividad que podrían percibir el riesgo de una competencia desequilibrada frente a un proyecto patrocinado por el Estado.
Y respecto de la situación financiera de Enap, si bien es cierto esta ha mejorado en los últimos años, se debe ser especialmente cuidadoso en preservar esta favorable posición, cuyo descuido en el pasado les ha significado un gran costo a los chilenos desviándose recursos que tendrían una mucho mayor rentabilidad social en usos alternativos. Para esto, lo fundamental es que concentre su foco en lo que es su giro central.
Esto no es ideología, sino simplemente buscar una mayor eficiencia y un mejor uso para los recursos de los chilenos.