Elecciones invisibles
Casi en la clandestinidad se están realizando estas elecciones municipales, casi sin campaña por las restricciones de la nueva legislación, y sin despertar el interés de los medios de comunicación, quienes parecen más interesados en las precandidaturas presidenciales. En este escenario, la abstención electoral amenaza con ser la verdadera protagonista el próximo 23 de octubre.
Es verdad que se agradece que la cantidad de publicidad en la calle haya disminuido, pero parece obvio que la nueva ley en vez de regular las campañas, en la práctica las ha hecho imposibles. Incluso en los escasos puntos autorizados nadie respeta la norma, porque es casi imposible de cumplir e imposible de fiscalizar. Solo en un escritorio del Servel algún burócrata sin visitar el terreno distribuyó metros cuadrados por candidatos en una línea imaginaria, sin importar si eran metros de pasto que necesita ser regado o metros de una vereda que disputan con frentes de locales o en tránsito de peatones. Como tantas veces, una regulación estricta pero carente de realidad elimina unos problemas solo para crear otros nuevos.
La promesa de campañas de ideas y propuestas que vendría detrás de estas nuevas reglas aparece más como un deseo que como una realidad, pese a que el ministro Marcelo Díaz lo ha aforando y repetido tantas veces. Pero lo que el ministro sabe es que trasmitir ideas y propuestas a una ciudadanía desinteresada es mucho más difícil, se requiere de más recursos tanto económicos como de acceso a los medios de comunicación, y son estos recursos los que han estado ausentes casi por completo en estas elecciones. Al final de las elecciones nos daremos cuenta también de que la mayoría de las donaciones son hechas desde el propio patrimonio de los candidatos, estableciendo una nueva barrera de entrada que discrimina entre quienes cuentan con los recursos propios para ser candidatos y quienes no. Otro efecto indeseado de una mala regulación.
Es quizás, por todo lo anterior, que estas elecciones se han vuelto invisibles. Con anuncios de una altísima abstención, la respuesta de los medios de comunicación social ha sido la misma que frente a un programa con baja audiencia, lo han dejado en horarios marginales si es que no lo han sacado por completo de la parrilla programática. Es verdad que no son ellos los responsables principales de dar cobertura a las elecciones, pero eso tampoco los exime absolutamente de darles una cobertura mínima que permita el voto informado, requisito básico de toda elección democrática.
Faltan poco más de dos semanas, pero si algo ya es seguro es que la nueva legislación electoral será medida también como responsable de la baja participación. Si es así, lo natural es que se reforme, y en esta oportunidad esperemos que junto con prohibir los abusos de las campañas se legisle pensando en favorecer la participación y el voto informado, la única manera de que nuestra democracia vuelva a ser una que escuche a todos y no termine capturada por las decisiones de unos pocos.