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UDD en la Prensa

Elección vocacional: La respuesta no está en la oferta de carreras

 Patricio Ramírez Azócar
Patricio Ramírez Azócar Docente Bienestar y Salud- Concepción

Si bien no todas las universidades exigen un puntaje PSU mínimo para ingresar a sus carreras y además de la oferta de estudios universitarios existen otras alternativas de formación profesional, miles de jóvenes estarán estos días tratando de equilibrar diferentes aspectos para ver en qué pueden invertir el esfuerzo a partir de un nuevo proceso de ingreso a la educación superior.
Porque al puntaje PSU, ranking de la educación media, costos de carrera y otras variables de la «ecuación», se suma una muy importante y que poco espacio ocupa en las estadísticas y que dice relación con el sentido que cada postulante le entrega a alcanzar estudios superiores en su proyecto de vida.
Los jóvenes que se conocen lo suficiente, que saben de sus fortalezas, que se logran visualizar al futuro, que tienen los recursos personales y no personales para alcanzar sus metas o que saben qué es lo que necesitan tienen el problema relativamente resuelto, porque entre la amplia oferta de carreras e instituciones de educación superior pueden discriminar y acotar su búsqueda.
Para los jóvenes que no saben qué quieren, que no se conocen lo suficiente, que no tienen al menos una idea de qué hacer hacia el futuro, aunque cuenten con buenos puntajes para ingresar, igualmente presentan un gran riesgo de equivocar su camino o de fracasar en su inserción en la vida universitaria.
Esto se debe a que el formarse profesionalmente requiere esfuerzo, perseverancia, dedicación, compromiso, tolerancia a la frustración y darle sentido a lo que se hace durante los estudios lo que se vuelve muy difícil de llevar a cabo para quienes no están en un proyecto con el que se sientan en sintonía y que los comprometa con su real vocación.
Muchas veces son las familias y sus expectativas las que resultan la peor trampa para que los estudiantes se desarrollen en sus verdaderos potenciales, aunque ello rompa con los mandatos familiares.
Por tanto, la respuesta de qué hacer con la propia vida no está en la oferta y selección de las carreras, que pueden nublar y no aclarar nada, sino más bien se encuentra en la revisión y reflexión vocacional que cada uno haga de qué camino es el más adecuado para sí mismo.