Elección de los constituyentes, nueva oportunidad
La múltiple elección del próximo 11 de abril representa uno de los procesos electorales más significativos de los últimos 30 años. La elección de los miembros de la convención constituyente enfrenta por primera vez a la ciudadanía a la posibilidad de escoger un grupo de representantes que tendrá como objetivo redactar una constitución que sentará las bases para la nueva relación entre la sociedad civil y el Estado.
Los resultados del plebiscito de octubre del año pasado sugirieron no solo que la ciudadanía estaba de acuerdo con la redacción de una nueva carta fundamental, sino que, además, reafirmaron que esta debe ser redactada por personas independientes de los partidos políticos. En los últimos años, la crisis de las instituciones políticas se ha ido agudizando y, en especial, los partidos se han desprestigiado y perdido su credibilidad, no solamente por las malas prácticas de algunos de ellos, sino que, también, por la falta de renovación de las elites políticas, especialmente, en procesos de elección popular. Los nombres (y apellidos) siguen siendo los mismos y la posibilidad de renovación parece alejarse cada vez más. Es por lo que la elección de los constituyentes presenta una oportunidad única a cada uno de nosotros y nosotras como electores.
Las múltiples candidaturas de ciudadanos y ciudadanas independientes (ya sea en listas de independientes, como apoyados por partidos políticos) pueden ser una alternativa real de renovación de las elites políticas en un proceso que será fundamental para el Chile futuro. Pero, además permitirá que los intereses tradicionales de los partidos políticos (y especialmente algunas de las prácticas anquilosadas en ellos) no se repliquen en las sesiones de la convención. En los últimos días nos hemos sorprendido por las renuncias de parlamentarios, ministros, seremis, entre otras autoridades, quienes se aprestan a empezar su campaña para ser electos como miembros de la convención y, también, cómo algunos miembros de las elites políticas tradicionales alistan su campaña con miras a lo mismo.
¿Qué intereses representan? ¿Los de sus partidos o los de la ciudadanía? Si llegan a ser electos, ¿se replicarán las prácticas conocidas en los últimos años? Desde la perspectiva teórica, los partidos políticos son fundamentales para articular la relación entre la sociedad civil y el Estado, son ellos quienes deben cumplir una de las funciones principales en las democracias actuales: articular los intereses de los ciudadanos. Pero, lamentablemente, esta función no se ha reflejado siempre en los últimos años, sino que más bien estos se han alejado de la realidad y existe una desconexión entre sus intereses y los de la sociedad.
Una manifestación más de la crisis de estas instituciones. Es fundamental que, para recuperar la confianza en los partidos políticos, estos incorporen mecanismos de accountability, mayor transparencia y democracia interna, pero también recordar que una de las principales demandas que surgieron post estallido social, se vinculó a la carencia de empatía con los problemas de la ciudadanía que manifestaron algunos miembros de estas elites. En ese sentido, la incorporación y elección de candidatos y candidatas independientes como miembros de la convención constituyente puede ser un primer paso (pues no será el único) para que la ciudadanía logre recuperar de a poco la confianza en las diversas instituciones políticas (especialmente en los partidos). De esta forma nuestra democracia puede salir fortalecida para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Pero depende de los y las ciudadanas que esto se logre. «Es por lo que la elección de los constituyentes presenta una oportunidad única a cada uno de nosotros y nosotras como electores. Las múltiples candidaturas de ciudadanos y ciudadanas independientes (ya sea en listas de independientes, como apoyados por partidos políticos) pueden ser una alternativa real de renovación de las elites políticas en un proceso que será fundamental para el Chile futuro. Pero, además permitirá que los intereses tradicionales de los partidos políticos (y especialmente algunas de las prácticas anquilosadas en ellos) no se repliquen en las sesiones de la convención’.