El tercer tercio
Le invito a que haga el siguiente ejercicio: piense en cosas imposibles para el ser humano, pero que sería genial que pudiésemos hacer. ¿Está listo? Probablemente, pensó en respirar bajo el agua, tener visión de rayos X no morir, estar en dos lugares al mismo tiempo, teletransportarse y, con toda seguridad pensó en volar. Escuché una vez este ejercicio y lo he repetido variadas veces, siempre coinciden las respuestas. ¿Es que se acabó la creatividad? No, solo cuesta que aparezca. No estamos acostumbrados a pensar «fuera de la caja».
¿Podemos llegar a soluciones innovadoras en un mundo que todo lo quiere rápido si mantenemos nuestra forma habitual de pensar? Claramente no. ¿Y qué hacemos entonces? Simple: entrenar nuestro cerebro, como si de un músculo se tratara.
En el mundo de la creatividad existen reglas que deben seguirse paso a paso para lograr espacios efectivos de imaginación. Una de ellas es la de no pre-juzgar las ideas, dejar que fluyan; otra es la de construir sobre las ideas de los demás, pensar en cosas locas; ir por cantidad, no por calidad. La lluvia de ideas (la técnica más conocida y más pésimamente aplicada de la creatividad) es acerca de «hacer listados de ideas» y no de seleccionarlas; eso se hace después.
Una última regla es la del tercer tercio. Es mucho más probable que tenga buenas ideas la tercera y última parte de su reunión. Es al final donde están las ideas más radicales, aquellas que pueden marcar una gran diferencia si sen bien implementadas.
Tome un grupo de colegas y haga un brainstorming sobre cualquier cosa. Piense que le dejaron de herencia 1 millón de pelotas de ping pong. Pida consejo. ¿Qué haría con ellas? Juegue, ría, diviértase. Es la mejor forma de generar un hábito en torno a la cada vez más importante necesidad de pensar en soluciones nuevas para viejos o nuevos problemas.
Juegue, ría diviértase. Es la mejor forma de generar un hábito en torno a la necesidad de pensar en soluciones nuevas.