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UDD en la Prensa

El libre mercado sí funciona

 Daniel Contesse Strauss
Daniel Contesse Strauss Vicerrector de Innovación y Desarrollo

Más allá de cualquier eslogan o grito de la calle, la evidencia es abrumadora: el sistema de libre mercado funciona bien y genera riqueza que le llega a todos los ciudadanos, generando progreso y mejores condiciones de vida. Es tanta la evidencia que es muy fácil encontrarla. No hay un camino más directo al progreso social e individual que el de una implementación y fortalecimiento de un sistema de libre mercado. Todas las naciones que han intentado modelos alternativos han, sin excepción, fracasado en el intento. Es así que no hay mejor política pública para un país que busca progresar y ofrecerle mejores condiciones de vida a sus ciudadanos, que fortalecer y garantizar la libertad de mercado.
Lo difícil de entender es que a pesar de que ésta es una verdad inapelable, pocos salen a defenderla con fuerza y sin traumas. Nos estamos mal acostumbrando a buscar soluciones altamente sofisticadas que involucran más regulación, más control y menos libertad, pensando que el progreso y el bienestar se pueden decretar por ley. Se cae fácilmente en la tentación de tomar atajos para lograr el progreso, todos los cuales implican reducción de libertad a los individuos pero en esto la evidencia también es abrumadora: no existen los atajos.
Todo el mensaje hoy se centra en más Estado y menos iniciativa de los individuos. Los discursos que sacan aplausos de manera transversal son aquellos que hablan de grandes soluciones país planificadas y que pretenden resolver los grandes problemas, tipo Transantiago. Poco se dice que los problemas se resuelven mejor cuando se deja a las personas interactuar libremente y cuando el Estado en vez de querer resolver los problemas vía ley o acción, lo hace facilitando que las personas puedan cumplir sus sueños sus desafíos, ampliando las libertades y poniendo los incentivos para premiar el esfuerzo y la responsabilidad.
¿A qué deberíamos estar dedicados? A facilitar que más personas puedan libremente interactuar, a que existan más alternativas en el mercado, a que la gente pueda elegir con mayor libertad a que haya mayor respeto por lo que acuerden las partes. Deberíamos creer más en la iniciativa de las personas y menos en el poder del Estado para resolver los problemas. Deberíamos facilitar la competencia, debilitar los monopolios, privados y estatales, confiar en la iniciativa privada. Lamentablemente poco de esto se escucha hoy en los discursos.
Es así que si de verdad queremos generar progreso para las personas, si de verdad queremos construir una sociedad de más oportunidades, deberíamos preocuparnos por fortalecer el funcionamiento del mercado en vez de debilitarlo.