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UDD en la Prensa

El eslabón que falta

 Hernán Cheyre
Hernán Cheyre Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad, CIES

No obstante el esfuerzo fiscal detrás de las medidas económicas dispuestas por el gobierno, que se suma al anuncio previo de una agenda social, hay voces que califican estas medidas de insuficientes, y las consideran solo un primer paso. De esta argumentación surge el planteamiento de que lo que corresponde hacer ahora es estudiar una reforma impositiva “en serio”, que permita subir la carga tributaria en forma significativa.

Una primera reflexión que cabe hacer es que en un contexto en que la actividad económica se está debilitando fuertemente sería altamente imprudente subir los impuestos. Y al definirse una hoja de ruta para el futuro no se debe obviar que la mejor fuente de generación de empleos y de recursos para financiar gasto público adicional es precisamente el crecimiento económico, y el rol de la inversión para alimentar este círculo virtuoso es fundamental. En la discusión sobre los impuestos se debe tener en cuenta que Chile ya ha venido perdiendo competitividad frente a la mayoría de los países de la OCDE en el ámbito corporativo, donde la evolución ha sido en la dirección opuesta. Obviamente, hay áreas en las que por un elemental sentido de justicia sería recomendable introducir cambios, como es el caso del régimen de renta presunta, por ejemplo, pero los espacios de acción son acotados.

Una segunda reflexión se refiere a un importante eslabón que está faltando en la discusión política actual, y que debe ser previo a cualquier nuevo arreglo tributario: la reforma del Estado. Considerando que el gasto fiscal ya bordea una cifra equivalente al 25% del PIB, y que cualquier nuevo cambio la va aumentar aún más, es de la más elemental lógica preguntarse si nuestro aparato estatal está en condiciones de administrar eficientemente ese volumen de recursos, o si se estará simplemente alimentando un chasis burocrático que absorbe recursos sin una contraprestación efectiva. Cabe tener presente que entre 1990 y 2018 el presupuesto fiscal destinado a la salud, en moneda de igual poder adquisitivo, ha aumentado 12 veces, y que en el caso de la educación ha sido de 10 veces. Y en ambos casos la insatisfacción ciudadana sigue latente, clara muestra de que los avances han sido muy limitados, cuando no un retroceso.

No se debe olvidar tampoco que son los sectores de ingresos medios y bajos los que más interactúan con agencias estatales en muchos ámbitos de su vida cotidiana. Si en las actuales circunstancias se está generando un ambiente propicio para introducir cambios en materias fundamentales, la reforma del Estado no puede quedar fuera del acuerdo político que se está gestando. Es el eslabón faltante. Inyectar más recursos públicos sin una reforma al aparato estatal equivale a colocar la carreta delante de los bueyes, lo cual no permite avanzar.

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