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UDD en la Prensa

El Costo de Influencia

 Gonzalo Jiménez
Gonzalo Jiménez Director Centro de Familias Empresarias & Empresas Familiares UDD

Uno de los peores pecados de nuestras organizaciones es el alto «Costo de Influencia» (Robert&Mligrom 1988) que existe, producto de un estilo de administración personalista y altamente concentrado.
El costo de influencia dice relación con los recursos que invierten los miembros de una organización en influir en quién detenta el poder de decisión. Vale la pena poner el dedo en la llaga y preguntarse cómo hoy se transparentan decisiones estructurales como la apertura o cierre de una nueva unidad de negocio y otras muy sensibles como promociones de cargos, aumentos salariales reconocimientos, etc.
Las estructuras y las jerarquías son vitales para el funcionamiento de toda organización. Lo que ponemos en debate es cómo las decisiones y relaciones de la empresa se definen en torno a la capacidad de algunos miembros de influir en el líder y no en la visibilidad de las buenas ideas, eficiencia y el compromiso de todos sus colaboradores.
Trabajar para la empresa y no para el jefe. Tarea nada de fácil cuando el costo de no hacerlo puede ser la propia pega. Si usted es el gerente general, haga el ejercicio y pregúntese por los asuntos que le trae su comité ejecutivo para resolver. ¿Cuántos de ellos pudieron resolverse sin su «salomónica» opinión? ¿Cuán alto es el costo para sus subalternos de tomar una decisión distinta a la suya? La principal vía para evitar los «costos de influencia» es la governance. Un Gobierno Corporativo que promueva un management despersonalizado, distribuyendo efectivamente los niveles de toma de decisión en la empresa, obligando a la primera línea a sustentar en datos objetivos sus decisiones.
En cuanto al equipo ejecutivo, éste debe transparentar al máximo posible en los colaboradores los procesos y políticas de la empresa, generar canales ascendentes continuos o alternos que aseguren la llegada de distintas voces de la empresa a la primera línea. Si realmente queremos dar el salto en trasparencia, probidad, entendamos que ningún organismo fiscalizador ni tampoco reforma laboral alguna nos hará menos personalistas ni menos apegados al poder. Esto se trata simplemente de convicción.