El camino al infierno…
Desde 1833, todas nuestras constituciones han establecido una regla muy sabia: nadie puede invocar ‘circunstancias extraordinarias’ para atribuirse facultades que no le han sido conferidas por la Constitución o la ley. Así evitamos caudillos mesiánicos, déspotas bienintencionados, oportunistas y una serie de otras plagas.
Sin embargo, el coronavirus ha producido un festival de violaciones a esta regla básica: alcaldes que se sienten empoderados para limitar derechos fundamentales de la población; parlamentarios que vulneran a sabiendas la iniciativa exclusiva presidencial; proyectos de ley inconstitucionales que alteran la esencia de relaciones entre privados; jueces que fallan contra norma legal expresa, etcétera. Y, claro, se invocan las motivaciones más nobles, olvidando que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
El coronavirus pasará, pero dejará otras plagas que asolarán por largo tiempo nuestra democracia y nuestros derechos fundamentales.