El amor no es violento
El estudio “Amores tempranos, violencia en los pololeos en adolescentes y jóvenes en Chile”, llevado a cabo por el Instituto de la Mujer, ha mostrado datos consistentes respecto de formas violentas que utilizan los adolescentes y jóvenes en sus relaciones de pareja. Prácticas de control, exigencias que limitan la vida social y personal de la pareja, son algunos de los reportes que preocupan.
Cabe hacer un análisis de este grave problema y ponerlo en contexto. No es un hecho aislado que los jóvenes manifiesten estas formas de relación. Como señala la doctora Herskovic, éstas también se relacionan con prácticas de monitoreo parental donde los padres usan formas de control justificadas en la necesidad de proteger a sus hijos. Pero no sólo desde los patrones de crianza se enseñan formas violentas de relación, las interacciones entre pares en la convivencia escolar, la violencia intrafamiliar, de género, en las parejas adultas incluidos los mayores, y en la convivencia social a nivel más general. Son dinámicas que cruzan a toda nuestra sociedad y que se retroalimentan. Parece también haber un problema generacional donde los adolescentes no confían en los adultos. En estudio llevado a cabo por este equipo de investigadores aparece que las víctimas no reportan y son renuentes a buscar ayuda, en circunstancias que las formas relacionales abusivas, como el control, el acoso, los golpes y el lenguaje violento entre las parejas, se naturalizan. Los adolescentes que sufren este tipo de situaciones revelan a amigos cercanos, pero la mayoría de las veces estas acciones solo son conocidas por testigos presenciales. A medida que las situaciones empeoran, víctima y victimario se aíslan incluso de sus amigos quedando lejos de la posibilidad de apoyo.
¿Cómo podemos reaccionar a esto como sociedad? ¿Cómo construimos una sociedad de las confianzas, de la colaboración y el diálogo, donde las diferencias sean aceptadas y valoradas? porque nos enriquecen.Tal como señala Nicol Muslow, el amor no es violento.