«El agente topo» no anda solo
El cine tiene la potencialidad de ser ventana y espejo. Nos permite asomarnos a otros mundos que inicialmente nos resultan ajenos, y conmovernos con aquello que nos une en la diferencia. Y también nos permite reconocernos y a nuestras realidades desde lugares que probablemente no habíamos visto. Uno de los méritos de “El agente topo” es lograr adentrarnos en un mundo para muchos de nosotros desconocido —el interior de un hogar de ancianos y ancianas— y conocer las múltiples realidades que allí habitan. Al mismo tiempo que nos invita a reflexionar sobre los propios vínculos con los adultos mayores de nuestras vidas y, de paso, hacernos preguntas sobre el envejecer y cómo será nuestro propio futuro. Todo esto filmado con una sensibilidad que al mismo tiempo es cuidadosa con sus personajes, y pone en evidencia las soledades y dolores de quienes comparten sus historias en este documental.
Lo que Maite Alberdi y equipo logran es muy difícil. El relato posee una equilibrada dinámica que permite pasar por múltiples emociones, desde la sorpresa y las risas hasta la conmoción profunda. Este manejo de la narrativa tiene que ver con el conocimiento profundo del material y sus personajes y un estudio de la realidad a la que se acerca, característico del cine de Alberdi.
Todo lo anterior para decir que los merecidos reconocimientos que está recibiendo “El agente topo” no son gratuitos sino fruto de un trabajo de décadas. La nominación de la película a la categoría de Mejor Documental de los premios Oscar es también mérito de organizaciones como CinemaChile —que lleva décadas potenciando la presencia del cine chileno en el mundo— y la Asociación de Documentalistas de Chile. Porque no basta con tener buenas historias y hacer de ellas estupendas películas; se requiere un trabajo mancomunado que permita que estas lleguen a públicos diversos que puedan emocionarse con ellas.
Maite Alberdi es la única realizadora latinoamericana compitiendo este año en los Oscar y una de las poquísimas mujeres nominadas por su trabajo como directora. A pesar de todos los avances de los últimos años, seguimos teniendo menos de un 20% de la producción audiovisual mundial a cargo de mujeres. Este desequilibrio afecta nuestra mirada del mundo y la construcción de imaginarios al respecto. Mientras más personas distintas tengan acceso a contar historias más rico será el relato del mundo que podremos hacernos, y desde allí, más fácil va a ser dialogar y encontrar puntos de encuentro desde nuestra diversidad.
Esperamos que este tremendo logro de Maite Alberdi, su equipo y el cine documental chileno nos ayude a reconocer el trabajo que ya se ha logrado, a tener mayor valoración por las películas chilenas y a comprender que esta oportunidad de vernos en pantalla nos regala no sólo una experiencia emotiva, sino también la posibilidad de dialogar respecto a lo que somos y queremos ser.