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UDD en la Prensa

Economía en «modo ajuste»

 Hernán Cheyre
Hernán Cheyre Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad, CIES

Luego de un año 2021 en que el crecimiento del PIB habría superado el 11% y en que la tasa de inflación registró un 7,2% —clara muestra del efecto de los desequilibrios que se incubaron—, es inevitable que durante 2022 y 2023 la economía deba enfrentar un proceso de ajuste. Y como estos procesos no están exentos de costos, la reacción natural tiende a ser la de buscar fórmulas para hacerlo más gradual; pero, por mejores que sean las intenciones, ello arriesga terminar en un espejismo que daría origen a nuevas frustraciones. Aunque parezca un contrasentido, si la demanda interna demora en ajustarse y hacia fines de este año la expansión del PIB terminara en una cifra superior a la que se está anticipando —la mediana de la encuesta de expectativas económicas que realiza el Banco Central sitúa el crecimiento del PIB en 2%—, lo que podría parecer una buena noticia no lo va a ser tanto. ¿Por qué? Porque en la medida que se vaya dilatando el ajuste, la consecuencia va a ser una mayor dificultad para lograr controlar la inflación, una pérdida de efectividad de la política monetaria por falta de credibilidad, y en la manifestación de un probable ajuste aún más duro en el PIB del año 2023.

La variación del IPC en enero es una clara muestra de que la tasa de inflación está lejos de empezar a encauzarse, lo que va a acarrear problemas serios para buena parte de la población. La dificultad de fondo que está afectando a la economía chilena trasciende la presencia de un exceso de gasto fiscal que está provocando un aumento en el nivel de deuda pública con potenciales efectos desestabilizadores. Ello es parte del problema, pero no es lo único. Es necesario considerar también que a nivel de la economía como un todo, a pesar del mayor precio del cobre que nos está beneficiando, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos —que mide el exceso de gasto sobre el ingreso de la economía a nivel global— está mostrando un saldo negativo que no resulta sostenible en el tiempo, por cuanto la posibilidad de acceder a ahorro externo para saldar la diferencia no es infinita, y son los propios mercados internacionales los que le van poniendo un límite.

El compromiso con el ajuste monetario que ha venido mostrando el Banco Central, refrendado por las primeras declaraciones de su nueva presidenta, sumado a las declaraciones que ha realizado quien asumirá la cartera de Hacienda en marzo en cuanto a respetar el presupuesto fiscal ya aprobado, constituyen una buena señal para avanzar por la senda correcta. Cabe esperar que no se produzcan desvíos, porque para llegar a la meta los atajos no existen.

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