Día Internacional del Síndrome de Down
A propósito de la conmemoración del Día Internacional del Síndrome de Down hoy 21 de marzo, fecha cuyo fin es concientizar a la sociedad respecto de la existencia y necesidades de la población que presenta esta alteración genética, me gustaría hacer una pequeña reflexión, como médico especialista que lleva trabajando años en el sistema público, con el objetivo de que sigamos avanzando en este camino de lucha para la igualdad de las personas con discapacidad.
Es importante recordar que Chile es el país con la tasa de nacimientos de niños con Síndrome de Down más alta de Latinoamérica, con una prevalencia cercana a 1 en 300 recién nacidos. Mucho se ha hablado en los últimos años sobre la inclusión escolar y laboral en condiciones de igualdad para los niños con Síndrome de Down. Algo se ha avanzado a nivel legislativo con la promulgación de diferentes leyes de inclusión.
Las energías y los recursos se están enfocando en la inclusión educacional y laboral de estos niños, pero hay un punto débil, una deuda pendiente sobre la que es importante llamar la atención, cual es la falta de acceso oportuno y prolongado de estos niños y niñas a centros o salas de estimulación temprana.
Esta estimulación constituye el escalón inicial y fundamental para luego acceder con garantías de éxito a la educación y posterior inserción laboral; sin este trabajo de apoyo temprano integral resulta casi imposible lograr el objetivo central de desarrollar en estos niños y niñas a lo largo del tiempo todas y cada una de sus capacidades.
He constatado que existen grandes limitaciones, principalmente falta de profesionales para que estos pacientes reciban atención con equipos de apoyo necesarios ya que los recursos asignados son muy escasos. Existen varias corporaciones que realizan esta labor y son dignas de admiración y aplauso, pero su campo de acción es claramente insuficiente.
Se sabe que los niños con Síndrome de Down presentan algún grado de déficit cognitivo, y que este grado dependerá de la estimulación que se lleve a cabo y de la presencia de comorbilidades. Por eso, como sociedad, hacemos un llamado al Estado para que las políticas públicas consideren esta evidencia y apoyen con más recursos el desarrollo de nuevos programas de estimulación temprana para lograr que los niños con Síndrome de Down lleguen en la mejor condición posible a su etapa de adultos.