Dejen a los papás ser papás
A pesar de que la mayoría de los niños en el mundo crecen con un padre presente en sus vidas, vivan o no con él, la mayoría de los estudios sobre parentalidad y crianza se basan sólo en madres. Esto ha llevado a que la comprensión del rol de los papás en el desarrollo de sus hijos se haya regido por el concepto de qué es ser “una buena mamá”. Pero, ¿es adecuado comparar a los padres con las madres? La evidencia nos dice que sí y que no.
Sí, porque ser sensible, cariñoso y estar atento a las necesidades de los niños es el pilar fundamental para una buena crianza. Datos nacionales e internacionales nos muestran que los hombres son igualmente sensibles al interactuar con sus hijos que las mujeres y que para que un niños se desarrolle adecuadamente requiere tener al menos una figura de apego, que los cuide y haga sentir seguros, y ésta puede ser la madre o el padre.
Y no, porque la evidencia nos muestra que ambos cumplen distintos roles y que aportan de manera diferente al bienestar de los niños. Por ejemplo, el hombre tienden a jugar de manera más física y ruda con los niños, lo que pone a prueba la capacidad del niño de regular su conducta y sus emociones. Además, los datos nos muestran que ellos tienden a ofrecer interacciones lingüísticas más desafiantes a los niños pequeños, haciendo más preguntas clasificatorias como ¿qué quieres decir?, ¿dónde está lo que quieres?, ¿cómo?, repítelo. Las mujeres, en cambio, pueden interpretar un simple balbuceo como “mamá, quiero más de las galletas de chocolate que trajo la abuela”.
Estos son algunos ejemplos de la creciente evidencia que nos ilustra el valor complementario y único que pueden tener los dos en el desarrollo de sus hijos. Si como padres (madre y padres) se toman acuerdos básicos sobre la seguridad y crianza, estilos diferentes de relacionarse con los niños les ofrece más oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Por eso el mensaje en este Día del Padre es “dejen a los papás ser papás”.