Dedicación exclusiva a la actividad parlamentaria
Este asunto que se discute en el Congreso remite a dos cuestiones más complejas: la independencia para cumplir el mandato legislativo y la efectiva representatividad del diputado o senador de cara a sus electores. La ley debiera garantizar la dedicación suficiente de los parlamentarios no exclusiva.
Esta última exige una inmersión excluyente en sus funciones, para lo cual se imponen una serie de impedimentos. Produce, sin embargo, un daño colateral: impide que profesionales de alta trayectoria se interesen en la política, cuando lo que necesitamos es precisamente lo inverso: más profesionales políticos y menos políticos profesionales. La dedicación suficiente, en cambio, busca que el parlamentario trabaje bien en lo suyo aun cuando también se dedique accidentalmente a otras actividades remuneradas.
Lo importante es disponer de herramientas para obtenertales resultados: estándares objetivos que midan el resultado del trabajo parlamentario, exigencias de fideicomiso ciego u otras formas de administración autónoma para los patrimonios de cierta envergadura; mayor transparencia en la declaración de intereses y patrimonio, y en la participación en sociedades comerciales propias o de familiares, etc. Todo sujeto a control efectivo por parte de comités de ética con potestades sancionatorias.
Si los parlamentarios disponen de dedicación suficiente mejorará su independencia y representatividad. Quizás entonces se abra más el Congreso a profesionales políticos, aunque todavía quedará un largo camino por recorrer mientras no se engrandezca la ética y la cultura política.