De vacaciones, clases y latas
Algo muy curioso sucede con las calendarizaciones de clases de la enseñanza básica y media en Chile. Quienes tengan buena memoria recordarán que hace poco más de 20 años atrás la duración del año escolar y la de las jornadas diarias de clases eran significativamente menor. Dos semanas atrás vimos colegios que programaron el inicio de sus clases para el lunes 18 de febrero ¡A todas luces un exceso! Con el añadido de que varios de ellos mantienen el régimen de jornada escolar completa, es decir, la jornada «larga» de día entero. Y pocos parecen inmutarse, como no sean los pobres escolares, que deben finalizar prematuramente su descanso de verano para vestir el sofocante uniforme y asistir a unas nada motivadoras clases mientras otros disfrutan de la playa. Algunos justifican esta «inflación* de clases pues así «mejoraría la calidad del aprendizaje». La jornada larga a diario y el año escolar interminable serían el mejor camino para lograrlo. Se me permitirá disentir. Soy testigo exactamente de lo contrario. Por más de dos décadas he tenido el honor y la responsabilidad de hacer clases a jóvenes que entran al primer año de la Universidad. Digo que la clase «se hace», pues es una actividad en que tanto el profesor como los alumnos colaboran. Y por ello puedo afirmar cómo año a año la tarea resulta más pesada pues las herramientas intelectuales con las que los alumnos ingresan a la dura vida de la educación superior son cada vez más precarias.
Es penoso contemplar a personas de mente inquieta, de innegable talento, pero que deben cargar con la pesada mochila de una paupérrima formación, de la que no escapan ni siquiera por completo los que provienen de la educación particular pagada. Así, la pregunta obvia es: ¿de qué han servido las extenuantes sesiones de clases y años escolares interminables? Bueno, pues al parecer de nada o de muy poco.
Si hemos de ver el panorama internacional, resulta que tenemos en más días de clases que EEUU, o Japón y nuestras jomadas diarias son también superiores. 1.a diferencia es que en menos tiempo ellos logran mejores resultados. pues la jornada se aprovecha intensamente por profesores y alumnos quienes se someten a una disciplina rigurosa de trabajo. Y así pueden disfrutar de tres meses de vacaciones de verano o más y de muchas horas al día de tiempo libre, como era en el Chile de hace añas y que gozaba de una educación mucho mejor.
Menos clases y más trabajo, menos lata y más fruto. Por ahí va el camino. Y por un inicio de clases el 11 de marzo.
¡Carpe Diem!