De reformas y urgencias
Parece ser inevitable que en tiempos de elecciones, esos interminables procesos a los que nos hemos acostumbrada surjan todo tipo de iniciativas de reforma política. Lo hemos presenciado con desazón en las semanas precedentes respecto del sistema electoral público y lo acabamos de ver a inicios de esta semana en relación al mecanismo de reemplazo de congresistas que cesen en sus funciones por renuncia, vacancia o fallecimiento.
Por una vez parece que un proyecto se inspira en el legítimo deseo de mejorar la representatividad del sistema político y no en satisfacer las ya inmoderadas apetencias de poder de las cúpulas políticas.
En el 2005 nuestros políticos, haciendo gala de una hipocresía inaudita, y sin que prácticamente nadie lograra articular una oposición exitosa lograron un triunfo en contra de todo lo que significa la verdadera democracia. Denunciando como «poco democrático» el inicial mecanismo de reemplazo de parlamentarios contemplado por la Constitución del 80, que consistía en que en caso de vacancia del cargo, éste sería ocupado por el compañero de lista del pacto correspondiente, lograron cambiar esta fórmula por la actual, en la que es la directiva del partido político respectivo la que escoge, por designación directa, al nuevo parlamentario.
De esta manera, como vimos a poco andar de la reforma, es más importante contar con la amistad del presidente del partido político correspondiente que con el apoyo mayoritario en las urnas a fin de asegurarse un período en el Congreso.
FJ mecanismo, desde el reemplazo de la sra. Tohá como diputada ha permitido que personas sin ningún apoyo popular entren a desempeñar cargos parlamentarios con el beneplácito de los líderes políticos que han visto su poder reforzado en forma inaceptable. Pues a lo anterior debemos agregar la muy criticable interpretación que el Tribunal Constitucional ha hecho de la norma que permite la renuncia de congresistas en casos de grave enfermedad, pues ha permitido que se invoque cuando un parlamentario renuncia para ser designado ministro de Estado. ¡Pues parece que la ambición política es una patología grave!
Así que bienvenida la iniciativa gubernamental de retornar al sensato sistema original de reemplazo, norma mucho más democrática que permite que alguien que contribuyó a la elección del parlamentario original y que obtuvo respaldo popular sea el reemplazante. Ojalá la reforma se apruebe. Ya hemos observado demasiados congresistas designados a dedo por los partidos.