De pereza, evasión y sacrificio
Era el año 1992 cuando fui admitido como joven profesor ayudante en mi Alma Máter, la Universidad del Desarrollo, Y sin dudarlo un instante solicité para mis clases la primera hora de la mañana, la sesión de las 08.00 am. decidido a imponer a mis alumnos un alto estándar de exigencia partiendo por su puntualidad. Mantuve dicho horario sin faltar un solo año por dos decenios. Pero en 2012 cometí un error impropio de quien se empina por la tercera década de su carrera académica. Pensé que mi rigor con el horario, con el añadido de no aceptar alumnos atrasados ni excusas de asistencia, era una batalla perdida ante el ambiente universal de pereza juvenil en Chile. Creí que si fijaba las clases para el horario siguiente facilitaría que mis alumnos llegaran a tiempo y cumplieran con su deber. Mientras ocuparía mi tiempo estudiando. ¡Craso error! Lejos de haber logrado mejores rendimientos, la inasistencia se mantiene en los mismos niveles anteriores y las excusas para justificar atrasos se han vuelto tan insólitas como sorprendentes.
No, la solución no es relajar las normas disciplinarias como irresponsablemente sostienen algunos expertos en pedagogía provenientes de las «ciencias» psicológicas, sujetos que nunca en su vida han sido capaces de respetar ellos mismos el inicio de su horario de clases. La respuesta será siempre imponer los estándares más elevados. Es el espíritu de sacrificio y de emulación por el buen ejemplo el que debe inspirarnos en la vida universitaria.
Para jóvenes formados en el ambiente de evasión tan habitual al Chile del siglo XXI, el obligarse a respetar el horario y el tiempo de los demás podrá ser un sacrificio. Pero resulta útil y educativo. El entorno de vulgaridad conspira contra ello. La mal llamada vida nocturna, las interminables veladas de fin de semana, para «despejarse» de su única obligación de Estado, la de estudiar no son más que formas de evasión que hacen muy mal a gente joven que está en proceso de formar su carácter.
El cumplimiento del deber no forma nubes de tormenta en las neuronas, no es necesario emprender asados nocturnos en donde no abunda la carne sino el alcohol barato, fiestas interminables con la consecuencia de resacas monumentales los días lunes, ni reacciones de histeria que conducen a quienes deberían estudiar a escapar a la playa Por ello a mis futuros alumnos del curso de 2014 les notifico: las clases comienzan a las 8.00 am y la puntualidad no sólo es deseable, sino imprescindible. ¡Bienvenidos a la Universidad!