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UDD en la Prensa

De “niños primero” a “niños al último”

 Joaquín Lavín
Joaquín Lavín Académico Facultad Economía y Negocios

Todos sabemos que la educación, el capital humano, es finalmente el recurso más importante que tenemos. Incluso mirándolo desde un punto de vista económico, hay países, como Singapur, que han sabido pasar de la pobreza a la riqueza sin ningún recurso natural, apostándolo todo a la educación. Por eso la educación de nuestros niños es más importante que el cobre, que el litio y que todas las riquezas que esconde nuestro territorio.

Tenemos tantos problemas en estos días (seguridad, inmigración ilegal, desempleo, estancamiento económico), que a veces se nos olvida que el más importante legado que una familia quiere dejarles a sus hijos es la educación. Dejarles una buena educación es darles un futuro mejor. Es la palanca que permite no solo progresar, sino hacer de Chile un país más equitativo y con mayor movilidad social.

Seguramente hasta ahí estamos todos de acuerdo. Sin embargo, una cosa son las palabras y otra muy distinta son los hechos. Y los hechos muestran que lamentablemente la educación en nuestro país sigue siendo parte de una disputa ideológica en que hemos olvidado la evidencia empírica.

Desde hace ya décadas, y especialmente a raíz de los estudios del premio Nobel de Economía James Heckman, sabemos que los recursos mejor asignados en educación, son los que se invierten en los primeros cinco años de la vida de un niño. Esos son los años en que desarrolla su capacidad de aprender y forma sus habilidades. En esa edad está el mayor retorno de la inversión en capital humano. Estamos hablando de educación parvularia y educación preescolar. Invertir ahí genera los mayores retornos en igualdad de oportunidades, movilidad social, productividad futura y hasta reducción de la criminalidad. Todo esto se plasmó en una misión que parecía que todos compartíamos: los “niños primero”.

Lamentablemente, cuando observamos el presupuesto en educación para el próximo año que acaba de ser presentado para la discusión en el Congreso, lo que vemos es todo lo contrario. ¿Dónde están los signos menos (-) y dónde están los signos más (+)? Las reducciones de aportes están en la educación parvularia y los aumentos están en la educación universitaria. Y no se trata de un proyecto de ley de presupuesto que escape de la “normalidad” de los últimos años.

Lo ocurrido no hace más que profundizar prioridades equivocadas que ya venimos viendo desde hace tiempo. Estamos haciendo justo lo contrario de lo que nos indica la evidencia empírica. Les estamos quitando dinero a los niños pequeños para entregárselo a quienes están en la universidad.

Los signos (-) en el presupuesto están en la Subsecretaría de Educación Parvularia, en los aportes a la Fundación Integra, a la Junji, y al fondo de apoyo a la educación parvularia que queda en “cero peso” para el 2026.

¿Y dónde están los signos (+) en el presupuesto? En la educación superior: en los recursos para financiar la gratuidad, en el aporte a las universidades estatales, en el CAE. Todo al revés.

Quiero mencionar un agravante adicional: teníamos hasta ahora un “acuerdo-país” respecto de que el apoyo que se da a los niños provenientes de familias vulnerables es independiente del colegio en el que las familias deciden matricular a ese niño. El apoyo presupuestario es para el niño, y siempre hasta ahora nos habíamos preocupado de no discriminar entre ellos. Por eso la misma subvención, el mismo derecho al almuerzo escolar o a cualquier otro beneficio, porque sigue siendo un niño que hay que apoyar, independientemente de si la familia eligió que estuviera en un colegio municipal, o perteneciente a un SLEP, o particular subvencionado.

Lamentablemente el presupuesto de 2026 contempla dejar fuera del programa de entrega de computadores en séptimo básico a los niños vulnerables matriculados en colegios particulares subvencionados. Discriminar entre niños provenientes de familias de la misma situación socioeconómica, diciendo a este sí y a este no, en circunstancias que tienen la misma vulnerabilidad, es un límite que hasta ahora los gobiernos nunca se habían atrevido a cruzar. Lamentablemente está ocurriendo.

Más allá de este caso, lo grave como país es que seguimos con las prioridades al revés. Insistimos en darle más recursos a la educación universitaria en desmedro de la educación escolar y especialmente de la educación parvularia. Y eso sin considerar que el único proyecto importante que está en el Congreso respecto a educación es el de la condonación del CAE y el FES, que lamentablemente apunta en el mismo sentido equivocado.

¿“Los niños primero”? Cuando llega el minuto de la realidad, parece que pasamos de los “niños primero” a los “niños al último”.

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