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UDD en la Prensa

De arte y fealdad

 Eduardo  Andrades Rivas
Eduardo Andrades Rivas Profesor Facultad de Derecho CCP

Es cierto que el juicio estético corresponde al ámbito de lo subjetivo. La apreciación artística tiene muchos matices que dependen indudablemente de la formación cultural del observador, de sus gustos y de su sensibilidad.
Todo ello puede resultar obvio, pero desde hace ya demasiado tiempo se nos ha acostumbrado a aceptar como «arte» todo tipo de manifestación estética y/o conducta del protagonista de la «intervención» que surja de su afiebrada imaginación.
Desde el mamarracho que se exhibe con descaro en las paredes de alguna galena de arte santiaguina, pasando por un grupo de jovencitos que repletan un ascensor realizando todo tipo de gestos y muecas a los usuarios, hasta el sinvergüenza que hace un par de años se robó una valiosa escultura en el Museo de Bellas Artes, alegando que era una «acción de arte». Hoy cualquier cosa es arte. De hecho, nos hemos acostumbrado a la completa eliminación de la expresión «bellas» como adjetivo de «arte».
Hemos sido anestesiados. Hace unos meses, en compañía de dos personas de buen gusto realicé una visita al centro cultural del Palacio de la Moneda en Santiago, en donde se exhibía una muestra de arte moderno del museo Peggy Guggenheim de Venecia. Motivados por su prestigio visitamos la exposición en medio de una gran cantidad de público. Entre un par de obras de innegable valor, la cantidad de adefesios resultaba ofensiva, las reacciones del público iban desde la indiferencia y el rechazo hasta las francas carcajadas debo confesar que me conté entre los últimos. Un curador de la muestra intentaba, en vano, destacar el valor de algunas de estas piezas cuyo feísmo era tan evidente como grotesco. Una pena malgastar recursos cuantiosos en este tipo de farsas.
Qué distinto de la muestra que hace pocos días se presentaba en nuestra ciudad, en la galería de arte de una Universidad penquista, una hermosa colección de pintura en la que varios artistas presentaban su obra bajo la temática de paisajes de nuestro Chile. Hermosas pinturas que evocaban lo más bello de nuestra naturaleza. No escuché de ninguno de los asistentes una opinión de rechazo o decepción.
Que conste que no soy de los que no valoran el arte moderno, abstracto o n0 figurativo. Pero parafraseando a un gran escritor nacional, puede que no sea experto en arte contemporáneo, pero sí soy capaz de reconocer a un mamarracho cuando lo vea. Debemos educar a la juventud en el cultivo del arte y refinar su sensibilidad. Más Velázquez y Rembrandt, y menos manchas y rayas sin sentido, ése es el desafío.