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UDD en la Prensa

Creatividad en empresas

 Federico Valdés Lafontaine
Federico Valdés Lafontaine Rector

Han pasado siete meses desde que el Presidente Piñera inauguró 2013 como el Año de la Innovación. Entre las variadas iniciativas que se han desplegado, está la de poner un fuerte foco en quienes deberían ser el motor principal de la innovación y creatividad al interior de las empresas: sus trabajadores.
Es en ellos donde se construyen las bases para convertir la innovación en una venta ja competitiva sustentable en el tiempo.
Las empresas no solo necesitan una gerencia con una mirada estratégica comprometida con la innovación, sistemas para gestionarla y convertirla en productos y servicios concretos, sino también, generar las condiciones para que el potencial creativo de todos sus funcionarios se manifieste y desarrolle. Y la única manera de que esto ocurra es que todos los miembros de la empresa estén comprometidos con este objetivo.
Si bien cada época nos regala innovadores como Edison, Ford y Steve Jobs, capaces de diseñar el futuro, hoy en día, frente a la creciente competitividad y complejidad de los mercados, las empresas no pueden dejar descansar sus esfuerzos innovadores en gurües o expertos.
Hace pocos días dimos a conocer los resultados del primer Ránking de Culturas Creativas —realizado por la Facultad de Economía y Negocios y la consultora MMC-que refleja la realidad de las empresas nacionales en esta materia.
Este ranking demostró que las culturas creativas no están asociadas a una industria en particular ni a un perfil etario específico. Reveló que si bien al interior de las empresas hay confianza y cooperación para compartir ideas, los procedimientos inadecuados, la burocracia y la falta de comunicación de los objetivos estratégicos inhiben la creatividad. Y en particular parece ser que no existen incentivos claros ni disponemos de recursos para el desarrollo de la innovación.
Innovar es una apuesta, y como tal debemos estar dispuestos y preparados para el error. En esta perspectiva, los malos resultados no son un fracaso, sino un punto de partida para proyectar el trabajo a desarrollar y mejorar. Mientras antes tengamos el diagnóstico y entendamos esto, más pronto nos podremos poner a trabajar.
En el Año de la Innovación debemos desmitificar la creatividad como algo propio de personas con un talento especial. Todos somos creativos por naturaleza y tenemos capacidad de innovar.
Las empresas deben desechar el modelo de una innovación dirigida exclusivamente por expertos y optar por uno que incluya a todos los estamentos de las organizaciones donde se rescate y potencie las individualidades de cada trabajador. Sólo entonces podremos soñar con un Chile realmente desarrollado.