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UDD en la Prensa

Coronavirus, ¿en el peor momento?

 Matías Pascuali
Matías Pascuali Profesor e investigador del Centro de Derecho Regulatorio y Empresa, Facultad de Derecho.

A lo largo de la historia mundial se han producido una serie de pandemias, las que causan estragos tanto en lo social, ya que van emparejadas de miedo, como en lo económico por las graves alteraciones en la vida de las personas a causa de la incertidumbre, los gastos imprevistos y las variaciones en la producción, entre otros factores.

Un ejemplo claro de estos comportamientos fue la «Peste negra», entre 1348 y 1350, que provocó la muerte estimada de entre 75 y 200 millones de personas; pero, además, generó pavor entre la población europea medieval, siendo uno de los acontecimientos que más marcó la historia de dicho continente.

En el ámbito económico se calcula que la caída del PIB mundial que provocó fue de cerca de un 30% —según estadísticas del Bank of England— y provocó corridas hacia metales preciosos, generando un aumento del valor del oro de un 8% entre 1348 y 1351, según el estudio “The Price of Gold, 1257 – Present”, de Officer y Samuelson.

Otro ejemplo fue la llamada gripe española, entre los años 1918 y 1919. Se estima que esta pandemia mató a 40 millones de personas, causando terror en una población diezmada por la Primera Guerra Mundial. En lo económico es difícil separar los efectos de esta pandemia de los de la gran guerra, pero es innegable que parte de la crisis de esos años tuvo su fuente en dicha catástrofe.

En ambos ejemplos, sin embargo, a pesar de lo enorme de las crisis producidas, la economía tanto nacional como mundial se recuperó rápidamente. Así, en el caso de la peste negra, una vez terminada la emergencia los sueldos de los obreros subieron casi en 50% y la producción agrícola creció a cifras mayores a las existentes antes de la peste.

En el caso de la gripe española, las ciudades de Estados Unidos que sufrieron mayores muertes fueron también en las que los sueldos de los trabajadores crecieron más y de manera más rápida, según lo señala de Thomas A. Garret, profesor de Economía de la Universidad de Misisipi.

Volviendo al 2020, es innegable el nefasto efecto que el coronavirus está produciendo en nuestra economía —caídas de las bolsas mundiales, de la producción en China, alza del dólar—, sin embargo, ya hay voces que señalan que a pesar de que vamos a caer en una recesión mundial, la recuperación va a ser rápida. En una columna del London Times, del 18 de marzo pasado, su editor económico, David Smith, aseguró que “nos acercamos a una recesión profunda, pero lo bueno es que será muy corta”; también el director del Banco Central chino, Chen Yulu, señaló que “los indicadores económicos mostrarán una mejora significativa en el segundo cuarto del año y la economía china volverá a su nivel potencial rápidamente”.

Hemos visto también que, a pesar de estar en pleno apogeo de la pandemia, el martes 24 de marzo todas las bolsas más importantes del mundo se recuperaron: el Dow Jones subió un 11,37%, su mayor alza en 87 años, e incluso el Merval de Buenos Aires creció. Todas, salvo una: el IPSA ese mismo día cayó un 0,11%.

La gran diferencia en los ejemplos anteriores es que cuando una economía está sana y acontece un hecho como esta pandemia, la recuperación tiene como base una situación normal. Sin embargo, ese no será el caso de Chile, ya que la llegada del coronavirus nos impactó en medio de una situación de desequilibrio e incertidumbre, dos de los mayores elementos que alteran una proyección económica.

A esta situación económica de base se suma otro factor de incertidumbre y es el comienzo de un proceso de cambio constitucional, que nadie sabe hacia dónde nos llevará al menos por dos años, lo que hace que nuestra recuperación se haga más difícil. Entonces, siendo así, ¿podríamos estar torpedeando nuestra recuperación económica llevando a cabo este proceso ahora? ¿Valdría la pena en este momento o primero deberíamos buscar una estabilidad económica para luego discutir estos temas? Dejo planteada la duda.