Consenso en torno a los derechos humanos
El gobierno ha enviado a tramitación el Programa Nacional de Formación Ciudadana, Educación para la Democracia y los Derechos Humanos, que busca garantizar que los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado cuenten con un plan que aborde la formación ciudadana. El plan debe ajustarse al logro de objetivos, entre los cuales señala la promoción de la ciudadanía y de los derechos y deberes asociados, la comprensión y compromiso con los derechos humanos, la valoración de la diversidad y el fomento de una cultura de probidad.
La iniciativa da a entender que cada institución configurará el plan, ajustándose a los objetivos según su propio ideario educativo. No podría ser de otro modo, pues hace tiempo los derechos humanos dejaron de ser un mínimo común denominador para todos.
Se pretendió desvincular los derechos de la moral, pero fue la misma moral la que se encargó de recordarnos lo feble que son estos sin su sustento. Los ejemplos saltan a la vista: para algunos el derecho a la vida supone la facultad de dar muerte a otro ser humano. Otros pretenden desconocer la naturaleza pública de la libertad religiosa en nombre del libre culto. La igualdad es instrumentalizada para imponer uniformidad en nombre de la tolerancia. La mismísima propiedad se enarbola expandiendo su carácter individualista, minimizando la idea de que todo derecho se despliega en interacción con otros.
Los derechos humanos sin presupuestos comunes sobre lo bueno corren el riesgo de transformarse en factores disolventes de la convivencia.