Conquista e identidad
El 12 de octubre recién pasado se cumplieron 520 años del inicio del proceso de conquista y colonización de «nuestra América» (desde Alaska hasta Tierra del Fuego). Creo que es importante a-alizar una serie de reflexiones a partir de esta conmemoración. especialmente sobre el tema de nuestra identidad nacional y la relación que tenemos con nuestros pueblos originarios. Nuestra identidad nacional, lo que nos identifica como «chilenos», se ha construido desde el Estado. y se ha utilizado la educación como un agente de homogenización cultural de esa forma entendemos la historia chilena como una y escrita por los vencedores: pero esta visión lo único que logra es que la historia de nuestro país se haya escrito en base a un «silencio de la diversidad», dejando de lado principalmente a los pueblos originarios. Hace unos días, conversaba con algunos alumnos soba* el llamado «conflicto mapuche» y en un intento por explicar el proceso de asimilación forzosa de la cultura chilena daba el ejemplo del lenguaje. El Estado chileno reconoce el castellano como la lengua oficial y obliga a los descendientes de los pueblos originarios a hablar esta lengua: y, por lo tanto, carece de una política de recuperación lingüística Muchos de mis alumnos concordaban con la idea de que si ellos viven en Chile, deben hablar castellano pero al mismo tiempo consideraban que era «lógico» que los catalanes que Son parte del Estado español mantuvieran su lengua original. También podemos poner el ejemplo de los «héroes» nacionales. ¿Por qué uno de ellos no es Peiantaro, quien dirigió al pueblo mapuche durante la batalla de Cu rulaba en 1598 y resultó triunfante? Claro está, la historia de Chile habla del «desastre de Curalaba». otro ejemplo de una historia escrita por los vencedores. FJ tenia indígena es mucho más que la conservación de la lengua, su historia y las tradiciones culturales es un problema con distintas variables que podríamos estar semanas tratando de explicar y aún así es muy probable que no logre entenderse a cabalidad. El problema de fondo: más allá de los temas de pobreza, de tenencia de tierras y de los conflictos de las comunidades con los diferentes sectores productivos, es que el conflicto mapuche interpela la misma idea del Estado nacional, y la necesidad del reconocimiento de una pluralidad cultural y étnica en nuestra sociedad. Un enorme desafío para el Estado chileno, si es que tiene la voluntad política para hacerlo.