Confianza
Por una extraña razón, la lógica de llegar a acuerdos se ha puesto en entredicho. Hoy se dice que el tiempo de la política de los consensos se acabó y que ahora viene un tiempo de cambios radicales. Lo anterior es difícil de entender, ya que la política consiste justamente en el arte de ponerse de acuerdo. Cuesta aún más entender esto si vemos que Chile ha sido muy exitoso en los últimos 30 años (los números son claros) y que la lógica de los acuerdos ha sido una pieza fundamental en este proceso.
Sin embargo, hemos pasado de un Chile que lo construíamos entre todos buscando puntos de encuentro, a un Chile donde algunos (a veces la mayoría, a veces no), le quiere imponer al resto su manera de hacer las cosas.
Intentando una explicación, y a riesgo de ser reduccionista, me parece que la clave está en el concepto de la confianza. Todos los estudios muestran que Chile tiene un problema de confianza creciente. No confiamos en el gobierno, las empresas, el Estado, las instituciones políticas, ni en nuestro vecino. Según la Real Academia Española, confiar significa, en una de sus acepciones: «depositar en alguien sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa». Es decir, tal como dice su etimología, tener total seguridad en el otro.
Interesante la parte que dice «sin más que la buena fe». Todo lo contrario a lo que ocurre hoy, cuando vemos detrás de cada discrepancia malignos planes urdidos con mucha prolijidad en el cuartel de los chicos malos.
En un momento en que nuestro país está siendo fuertemente probado, debemos todos hacer un esfuerzo por fortalecer las confianzas en los otros, buscando las buenas intenciones y encontrando puntos de encuentros. Debemos volver a creer que la mayoría tiene la intención de construir un país mejor. Debemos volver a pensar bien del otro y creer que de manera conjunta podemos avanzar más. Debemos aceptar la legítima discrepancia en la búsqueda del bien común y dejar de pensar en la lógica de la teoría conspirativa. Es muy probable que en todos los temas álgidamente discutidos hoy haya más puntos de encuentro que desencuentro.
¿Por qué no partir por ahí? ¿Por que no iniciar estas discusiones por lo que nos une? Lamentablemente el camino escogido ha sido partir por lo que nos separa, seguramente por una falta de confianza en el otro. Retomemos el camino de la construcción conjunta de una sociedad mejor, en la que todos, con ideas distintas, podamos ser un aporte. Todavía estamos a tiempo.