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UDD en la Prensa

¿Cómo enfrentar la nueva era de política industrial?

 Hernán Cheyre
Hernán Cheyre Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad, CIES

La profundización de las tensiones geopolíticas que se han venido acumulando durante la última década, sumada a los problemas de suministro de materias primas y a la interrupción del normal funcionamiento de las cadenas de valor durante la pandemia, han dado pie en las principales economías del mundo al surgimiento de posturas que privilegian el autoabastecimiento de insumos, productos esenciales e incluso de tecnología, rompiéndose así la tendencia hacia una mayor globalización e integración de las cadenas de valor.

Si bien lo anterior no significa que la era de la globalización esté llegando a su fin, no cabe duda de que se está produciendo un cambio significativo en la forma como ella se va a manifestar.

Lo que se está observando en EEUU, China y Europa constituye un cambio de paradigma que va a impactar no solamente a la economía global, sino que especialmente a las economías emergentes, que verán limitadas sus posibilidades de integración. La nueva política industrial norteamericana se enmarca en dos iniciativas fundamentales impulsadas por el presidente Biden: la Inflation Reduction Act (IRA) y la CHIPS and Science Act. La IRA es la más emblemática de todas en consideración a su elevado presupuesto (US$ 370 mil millones) y al amplio espectro de programas que contiene.

El denominador común de estas iniciativas es impulsar las tecnologías y sectores seleccionados en proyectos que se desarrollen al interior del territorio geográfico de Estados Unidos, con énfasis en todo lo vinculado al desarrollo y uso de energías limpias, así como en la fabricación de semiconductores. Para poder acceder a determinados beneficios se exige que los insumos sean adquiridos a otros productores estadounidenses, permitiéndose su abastecimiento desde terceros países en la medida que el país del norte tenga suscrito con ellos acuerdos de libre comercio.

En el caso de Europa la lógica es similar, y en buena medida es la reacción a las políticas implementadas por EEUU. Y en lo que respecta a China, los movimientos en esta línea vienen de antes (2015), con la lógica de modernizar su capacidad industrial y de protegerse de riesgos geopolíticos.

Cómo reaccionar a esta nueva realidad es algo que debe ser abordado en nuestro país a la hora de definir nuestras políticas públicas para promover el desarrollo económico. Con esta perspectiva, cuatro ideas generales.

Primero, no caer en la tentación del proteccionismo, ya que una economía con el tamaño de la chilena maximiza su potencial de crecimiento orientando su producción al mercado externo. En una coyuntura como la actual hay que persistir en la profundización de la inserción en los mercados internacionales, siendo los tratados de libre comercio una muy efectiva herramienta para lograrlo. India es un candidato natural para seguir avanzando en esta línea.

Segundo, no pretender ‘competir’ a través de políticas industriales propias, porque ello es absolutamente inviable.

Tercero, avanzar en todo aquello en lo que sí se pueden generar ventajas, como la agilización de trámites, simplificación regulatoria y mejor entorno para invertir.

Y cuarto, fortalecimiento del capital humano y reconversión laboral. Las falencias de Chile en materia educativa y de capacitación laboral son un problema conocido, y que sin duda le está quitando competitividad a la economía chilena de cara a los nuevos desafíos.

‘La nueva realidad de mayor proteccionismo en las grandes economías debe ser abordada en nuestro país a la hora de definir las políticas públicas para promover el desarrollo económico’.