Comercio de servicios
América Latina está enfrentando una serie de desafíos comunes, con la inseguridad, el crimen y la inmigración encabezando la lista de preocupaciones de muchos países. Las altas tasas de criminalidad y la inestabilidad política socavan el desarrollo económico y erosionan la confianza pública en las instituciones. Además, las presiones migratorias tensionan los servicios sociales y crean tensiones entre las poblaciones. En medio de estos problemas apremiantes, el potencial económico de la región permanece en gran medida sin explotar debido a las barreras persistentes al comercio.
El comercio internacional de América Latina, medido como exportaciones más importaciones como porcentaje del PIB, ha aumentado en las últimas dos décadas, pero aún está rezagado en comparación con la mayoría de los mercados emergentes. Por ejemplo, en Sudamérica, el comercio de bienes representa menos del 30% del PIB, mientras que en otros mercados emergentes es alrededor del 50%. El comercio intrarregional está particularmente subdesarrollado, representando solo el 14% del comercio total de bienes de América Latina, la cifra más baja a nivel mundial.
Chile, a pesar de ser uno de los países más avanzados económicamente de la región, ilustra las dificultades para impulsar el comercio dentro de América Latina. El aislamiento geográfico y las barreras naturales como los Andes y el desierto de Atacama complican la logística y dificultan las rutas comerciales eficientes. Los problemas estructurales, como la infraestructura inadecuada y las políticas comerciales proteccionistas, también impiden el flujo fluido de bienes y servicios.
A pesar de estos desafíos, existe un potencial significativo para que Chile aproveche su fuerza laboral altamente educada y profesional para proporcionar servicios a la región. Aunque los obstáculos para el comercio de bienes, como la falta de carreteras o una infraestructura portuaria adecuada, pueden estar fuera del control de Chile, el país aún puede capitalizar su capital humano. Chile cuenta con una población bien educada con considerable experiencia en industrias como la minería, la ingeniería, las finanzas y la tecnología. Esta experiencia es un valioso activo en una región que a menudo carece de talento en estas áreas clave.
Por ejemplo, las empresas chilenas de ingeniería minera pueden proporcionar servicios críticos a otros países de América Latina con sectores mineros en crecimiento, como Perú. De manera similar, los profesionales chilenos en finanzas y tecnología pueden ofrecer servicios de consultoría a empresas y gobiernos de toda la región. El año pasado, las exportaciones de servicios de Chile crecieron un 51%, principalmente dentro de América Latina, lo que demuestra la gran demanda de estos servicios.
Al enfocarse en las exportaciones de servicios, Chile puede superar algunas de las limitaciones físicas y de infraestructura que impiden el comercio de bienes. Los servicios están menos restringidos por barreras geográficas, y las tecnologías digitales permiten la prestación de muchos servicios a través de las fronteras. Este enfoque no solo diversifica la cartera de exportaciones de Chile, sino que también ayuda a construir lazos económicos más fuertes dentro de la región.
Mejorar la infraestructura, simplificar las políticas comerciales y fomentar la estabilidad política son pasos cruciales para mejorar tanto el comercio de bienes como de servicios en América Latina. Para Chile, liderar los esfuerzos regionales en estas áreas, al tiempo que promueve sus industrias de servicios, podría posicionarlo como un actor clave en la transformación de la dinámica comercial de América Latina. Abordar estos desafíos comerciales es esencial no solo para el crecimiento económico, sino también para crear una región más estable y próspera, mejor equipada para enfrentar sus problemas sociales y de seguridad más amplios. En este sentido, la experiencia de Chile puede ser un activo significativo, proporcionando el conocimiento y los servicios profesionales necesarios para impulsar el desarrollo y la integración regional.
Lamentablemente, la administración actual no está enfocándose en estos problemas críticos. Si bien es relevante intentar avanzar en la cadena de valor, Chile debería priorizar el aprovechamiento de sus fortalezas existentes en servicios, cobre, agroindustria y litio. Estos sectores ofrecen oportunidades inmediatas para mejorar el crecimiento económico y la cooperación regional. Al centrarse en lo que tenemos a mano, Chile puede desempeñar un papel vital en la resolución de los desafíos comerciales regionales y en la promoción del desarrollo sostenible en América Latina.