Ciudad emergente
Si algo aprendimos en este último año de movilizaciones a nivel global, es que los canales de comunicación de la sociedad civil han cambiado rápidamente, adaptando las nuevas plataformas digitales denominadas “2.0” o “virales”, que a estas alturas van más allá de los conocidos Twitter, Facebook o Google.
En este escenario, los nuevos medios no sólo sirven para citar a miles de estudiantes a realizar una coreografía frente al Palacio de La Moneda, sino también para articular esos vínculos de comunidad y vida de barrio que creemos haber perdido paradojalmente por culpa de la “comunidad digital”. Esto es precisamente lo que se ha planteado el colectivo local “CiudadEmergente.org.”
Liderado por un grupo de arquitectos y urbanistas chilenos con experiencias y redes similares en el extranjero, Ciudad Emergente se plantea como misión “combinar tácticas de activación ciudadana con herramientas de intercomunicación social 2.0”, de manera de “desarrollar, adaptar e implementar instrumentos y servicios análogos y digitales de colaboración cívica que faciliten la comunicación efectiva entre tomadores de decisión y sociedad civil, articulando procesos locales de activismo ciudadano y fortaleciendo el capital social de las comunidades”.
Esto, que parece sofisticado, tiene la virtud de implementarse en acciones muy simples y de gran relevancia para las comunidades involucradas, como es el caso de los exitosos “malones urbanos” realizados durante marzo de este año en Bellavista y Providencia. En ambos casos, cientos de vecinos de las calles Bombero Núñez y Gutenberg salieron a las calles con sillas y mesas, cada uno aportando con un plato, bebidas y lo que pudieran, para conocer mejor a sus pares, compartir preocupaciones y sueños de comunidad, o simplemente disfrutar de una cálida tarde de barrio en que el sentido de vecindad triunfó sobre el tráfico y los temores. Como dicen sus autores: “Una de las dificultades de hacer ciudad en la era urbana es la capacidad para involucrar a las personas en la toma de decisión. Sin duda las negociaciones en la planificación urbana son procesos difíciles, pero afortunadamente existen acciones a corto plazo que logran gatillar cambios en el largo plazo, poniendo a la ciudadanía en el centro de la pregunta. Estas son las denominadas ‘tácticas urbanas’, posibles de ser implementadas aquí y ahora, y ayudan a enriquecer el capital social de las comunidades y a comunicar la visión de un proyecto de forma efectiva”.
Ciudad Emergente se ha tomado esta idea con gran seriedad y compromiso. Actualmente están trabajando en un plan de recuperación de vertederos ilegales en Maipú junto con la Fundación Ciudad Viva que, ocupando las mismas tácticas del “malón”, espera congregar a cientos de vecinos a limpiar y construir un parque para ellos mismos. En caso de llegar a ser exitosos en estos proyectos más complejos, vale la pena evaluar las lecciones que Ciudad Emergente pueda extraer de estos procesos. Hoy son los malones urbanos, mañana los vertederos, pero luego podrían anticipar y mediar en conflictos urbanos producto de la construcción de un mall o eventualmente evolucionar en herramientas de participación para nuevos planos reguladores. Es nuestra responsabilidad conocer el potencial de estas herramientas, de manera de incorporarlas en los procesos de toma de decisiones y participación ciudadana respecto a nuestras ciudades y calidad de vida.