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UDD en la Prensa

China, Chile y el puente

 Gonzalo Müller
Gonzalo Müller Académico e investigador, Facultad de Gobierno

A propósito de la visita a China de 45 estudiantes universitarios de la UDD bajo el programa de liderazgo «Embajadores del Futuro», hemos sido testigos de cómo este país está cambiando en tantas dimensiones de manera simultánea y cómo esos cambios se refieren también a una nueva relación con nuestro país.
En un corto tiempo, Chile ha concentrado inusualmente visitas del más alto rango provenientes del gigante de Asia. El año pasado vino quien sería el próximo Presidente, Xi Jinping; luego lo hizo Wen Jiabao, Primer Ministro y figura de gran poder en el Gobierno, quien, en su paso por Santiago, firmó junto al Presidente Piñera varios acuerdos comerciales que buscan aumentar el movimiento de inversiones y cooperación entre ambos países. Ello dio luces de la importancia que Beijing le da hoy a su relación con nuestro país, refiriéndose el Premier Jiabao a una alianza estratégica de futuro. Y como en la diplomacia china los gestos son muy importantes, estas palabras suyas vinieron inmediatamente acompañadas por el viaje del viceministro de Desarrollo, Zhang Xiaoqiang, quien es la autoridad que cuida de seleccionar inversiones de interés para China, por lo que se espera que su visita se traduzca en el corto plazo en un aumento exponencial de las inversiones chinas en Chile, hoy prácticamente inexistentes.
No es casualidad que el gobierno del Presidente Piñera, al reimpulsar el proyecto del puente sobre el canal de Chacao, se haya fijado en la experiencia de las empresas chinas en esta materia, ya que estas últimas se encuentran hoy embarcadas en un plan gigantesco de infraestructura, donde son cientos los puentes, puertos, carreteras y aeropuertos que se encuentran en construcción bajo un doble propósito: primero, dotar a todas las provincias de la infraestructura necesaria para desarrollar su industria y comercio, y, también, como una manera de sostener la generación de empleo e inversión que han sido el motor de la demanda interna, clave para que la estrategia china de crecimiento sostenido pueda sortear las crisis financieras de Estados Unidos y Europa.
Para nuestro país, surge la oportunidad de pensar también en retomar una agenda de infraestructura que abra nuevas oportunidades para el desarrollo en las regiones: nuevos puertos, puentes y carreteras que aumenten la integración y la conectividad, tanto entre las regiones como al interior de las ciudades, permitiendo así mejor calidad de vida y mejores oportunidades. Este fue un tema muy importante en la administración del ex Presidente Ricardo Lagos, pero que luego fue casi abandonado por la administración Bachelet, por lo que volver a pensar en las necesidades de infraestructura es una oportunidad y una buena manera de seguir el camino de creación de empleo y crecimiento, círculo virtuoso resucitado por este gobierno y que ha permitido volver a reducir la pobreza.
China y Chile van caminando hacia el desarrollo, bajo la aspiración de alcanzarlo, al mismo tiempo que logran dejar atrás el flagelo de la pobreza. Y el hecho de que la voluntad política de China hacia Chile sea la de formar una alianza estratégica mayor, abre para nuestro país la posibilidad de una gran sociedad, donde los capitales y las empresas chinas nos vean como un destino confiable para sus inversiones. Pero esto pasa por entender y comprender la cultura y costumbres de un pueblo milenario, donde el hacer negocios es una consecuencia de la amistad y afinidad alcanzadas, y no un objetivo en sí mismo. Así, en el marco de la visita del viceministro Zhang Xiaoqiang, debemos entender que su presencia no se debe sólo al interés comercial en nuestros negocios, sino a la búsqueda china de profundizar su cercanía política, social y cultural con nuestro país. Son los coqueteos naturales de una superpotencia en ciernes que empieza, en los hechos, a cambiar su manera de relacionarse con el mundo. Atrás quedan las palabras de su gran líder Deng Xiaoping, quien marcaba la línea exterior de China bajo el concepto de nunca tomar el liderazgo y mantener siempre un bajo perfil.