Chile Vamos: el relato que falta
En la encuesta Adimark de la primera semana de enero, Chile Vamos fue la segunda mejor marca política, con 34% de aprobación, superada solo por Revolución Democrática (48%). Podríamos decir que el mercado respaldó el nombre del producto. Falta lo más importante: que apruebe su contenido.
Algunos dirán que esto es «pan comido» porque la centroderecha ha probado ser eficiente a la hora de solucionar los problemas que preocupan a los chilenos: delincuencia, salud, educación, sueldos (Encuesta CEP, noviembre 2015). Otros dirán que el contenido está definido hace décadas: respeto por la dignidad humana, defensa de las libertades individuales, principio de subsidiariedad y aprecio por las tradiciones, entre otros. Pero, ¿por qué Chile Vamos promueve estos principios y no otros? ¿Por qué el gobierno de Sebastián Piñera creó y aplicó ciertas políticas públicas y no otras? ¿Qué ideas fundamentales que comparten RN, la UDI, el PRI, republicanos y socialcristianos? ¿Y por qué esas ideas son preferibles a las que promueve la Nueva Mayoría?
El discurso de la gestión eficiente es importante, pero no basta. No es suficiente demostrar con cifras y gráficos que somos mejores administradores del Estado. También es necesario mostrar la importancia política que tienen un mercado ordenado y una sociedad civil activa como factores de división del poder y, por tanto, de mayor libertad. Explicar que una visión equilibrada del ser humano debe considerar la esfera pública, o ciudadana, y la privada, o íntima. Cuando se quiebra la relación armónica que debe existir entre ambas, se termina en la desintegración social o en el totalitarismo.
Este es el trabajo que han venido realizando una serie de nuevos intelectuales de centroderecha, como Hugo Herrera, Daniel Mansuy y Pablo Ortúzar, entre otros, y que han valorado dirigentes de RN y la UDI, como Jaime Bellolio, Andrés Allamand y Mario Desbordes.
Cuando la política y sus instituciones atraviesan por una severa crisis de confianza, se hace necesario un relato político capaz de convencer, entusiasmar y convocar a los chilenos. No sólo para ganar elecciones, sino, fundamentalmente, para ofrecer un proyecto político sólido, que interprete sus sueños y necesidades, y que sea alternativa al modelo de la izquierda.