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UDD en la Prensa

Chile debe aprender a navegar en las guerras comerciales

 Juan Pablo Sims
Juan Pablo Sims Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales, Facultad de Gobierno

En los últimos años, el panorama empresarial global ha sido testigo de una ola transformadora, siendo la industria de los vehículos eléctricos (EV) un ejemplo principal. Esta transformación, aunque innovadora, pone de manifiesto la intrincada y a menudo precaria interacción entre la política y los negocios. El auge de fabricantes chinos de EV como NIO y BYD, que desafían a actores establecidos como Tesla y Volkswagen, subraya esta dinámica. Sin embargo, la esencia del asunto no reside solo en el poder tecnológico o en las estrategias de mercado, sino en la profunda influencia de las decisiones políticas en los entornos empresariales, especialmente en los ámbitos de los subsidios y aranceles.

Los subsidios han sido fundamentales para impulsar la industria de EV en China. Entre 2016 y 2022, las ayudas de dicho gobierno para esta tecnología ascendieron aproximadamente a 57 mil millones de dólares. Este respaldo financiero, si bien impulsa la industria doméstica, distorsiona inadvertidamente los patrones del mercado. Crea un campo de juego desigual donde las empresas subsidiadas obtienen una ventaja artificial sobre sus competidores. Esto no es sostenible a largo plazo, ya que sofoca la innovación y la eficiencia, los mismos pilares de una economía de mercado saludable.

Para contrarrestar tales distorsiones, los gobiernos a menudo recurren a los aranceles. Sin embargo, los aranceles son una medida reactiva, una solución temporal que no aborda la causa raíz de los desequilibrios del mercado. En cambio, a menudo escalan a conflictos comerciales, perjudicando no solo al sector objetivo sino también a la economía en su conjunto. El caso de los EV chinos es un ejemplo claro, donde posibles imposiciones de aranceles por parte de gobiernos europeos y Estados Unidos podrían llevar a una nueva guerra comercial, perjudicando finalmente a consumidores y empresas por igual.

La escalada interacción de subsidios y aranceles entre grandes potencias, no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, su intensificación plantea riesgos significativos a nivel global. EE. UU. y China han estado involucrados durante mucho tiempo en un tira y afloja de medidas comerciales, con cada país implementando varias formas medidas contrarias al libre comercio para obtener ventajas competitivas. Por su parte, Europa también está adoptando estrategias similares, como lo demuestran los movimientos recientes para favorecer los autos localmente manufacturados.

Esta creciente tendencia al proteccionismo y la intervención estatal es especialmente peligrosa para economías pequeñas y abiertas como Chile. La estabilidad y el crecimiento de Chile han sido sostenidos por su compromiso con los principios de libre mercado y el comercio internacional. A medida que las economías más grandes se involucran en estos enfrentamientos, países como Chile enfrentan el peligro de quedar atrapados en el fuego cruzado, con sus economías impulsadas por exportaciones vulnerables a los cambios en las políticas comerciales globales, como lo son el cobre y el litio, dos de nuestras exportaciones clave. Este entorno de crecientes subsidios y aranceles, de continuar, podría llevar a un mercado global fragmentado, socavando los principios de competencia justa y comercio abierto que son cruciales para la prosperidad de economías más pequeñas.

En pocas palabras, 2024 continuará marcado por tensiones geopolíticas y comerciales, en un escenario global donde las grandes potencias mantienen su juego de ajedrez económico. En este contexto, Chile, con su economía pequeña pero abierta, seguirá inmerso en estas dinámicas, enfrentando los desafíos que estas conllevan. Será fundamental para el país aprender a sobrellevar y circunnavegar estos desafíos, manteniéndose firme en su camino de apertura económica a pesar de las presiones externas. Las economías como la chilena, que dependen significativamente del comercio internacional, deben ser astutas y resilientes frente a las políticas proteccionistas y las guerras comerciales. Esto implica no solo adaptarse a los cambios en el panorama global, sino también aprovechar las oportunidades que surgen en un mundo en constante transformación.