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UDD en la Prensa

Cautela empresarial

 Hernán Cheyre
Hernán Cheyre Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad, CIES

Nadie puede desconocer que el aire que se respira en el ambiente empresarial está bastante contaminado por partículas de incertidumbre, las cuales producen una sensación de fatiga que desalienta la actividad emprendedora. La evolución que han tenido los indicadores de actividad económica durante los últimos tres años da cuenta de una tendencia a la baja, cuya causa fundamental va mucho más allá de factores cíclicos que pueden ser atribuibles al comportamiento de la economía internacional. Sin duda hay elementos específicos que han tenido una incidencia importante -como la caída del precio del cobre, por ejemplo, que ha afectado decisiones de inversión en nuevos proyectos mineros-, pero a estas alturas ya hay bastante consenso en cuanto a que las fórmulas escogidas por el Gobierno para implementar sus reformas más emblemáticas han tenido un efecto contraproducente, y es esto lo que en buena medida ha generado una atmósfera más contaminada. La estabilización de la tasa de crecimiento económico chileno en el rango 1,5%- 2% da cuenta de que hay dificultades que están siendo más profundas que lo que podría derivarse de fenómenos puramente transitorios. De hecho, la tasa de crecimiento potencial del PIB, que no hace muchos años bordeaba el 5%, en la actualidad se ubica en torno al 3%. Es decir, con los antecedentes disponibles, las cifras no avalan ni justifican para el mediano plazo un cuadro muy distinto del actual.
La pregunta que cabe hacerse a estas alturas es si los efectos negativos derivados del ambiente incierto que ha prevalecido en el último tiempo hicieron sentir todo su efecto, tomando en cuenta que el contenido de las reformas ya es algo conocido, en cuanto a que el factor incertidumbre asociado a estos cambios ya se eliminó, o si bien, a pesar de todo, hay un problema de fondo que persiste. La encuesta especial elaborada por el Centro de Estudios en Economía y Negocios (CEEN) de la Facultad de Economía UDD para este aniversario de Pulso, sobre percepción empresarial futura, y que se publica en esta edición, nos entrega algunas pistas. Respecto de cómo se está viendo la situación económica global del país a un año plazo, se percibe una situación de mayor neutralidad y menor optimismo en comparación con los resultados obtenidos hace justo un año. Esto se advierte especialmente marcado en los sectores comercio y financiero. No obstante, si la mirada se realiza a tres años plazo, la tendencia mayoritaria es hacia expectativas más neutrales, con la excepción de los sectores construcción y financiero, en los que se aprecia un mayor optimismo. Otro antecedente interesante de resaltar es el referido al empleo: en la visión a un año plazo la percepción respecto del número de trabajadores contratados por las empresas de la muestra no da cuenta de cambios muy significativos, pero cuando la mirada se realiza a tres años plazo lo que predomina es una expectativa positiva, con la excepción de la minería.
En definitiva, el denominador común que predomina en esta encuesta es el de la actitud empresarial cautelosa, a la espera de la evolución de los acontecimientos. No es una actitud pesimista, sino de cautela. Y esto no debería ser motivo de sorpresa, por cuanto el emprendedor es una persona que tiene propensión al optimismo, en el sentido de que en todo momento está a la espera de las oportunidades que se presentan, con una actitud de perseverancia y de resiliencia. Y si el ambiente lo percibe confuso, queda en compás de espera y posterga decisiones. Desde el punto de vista de los responsables de la conducción del Gobierno, lo negativo de esto es que no hay una tecla que se pueda presionar ni una bala de plata que se pueda disparar para poder lograr un cambio “automático” en la tendencia de la economía ni en el ámbito de la política monetaria ni de la política fiscal, lo cual aparentemente dejaría a las autoridades con las manos atadas. Pero el lado positivo hay que mirarlo desde otro ángulo: en la medida que se entreguen señales que clarifiquen y despejen el panorama, creando una atmósfera de la que se eliminen los elementos tóxicos, generando un aire limpio que invite a desplegar la iniciativa y la capacidad emprendedora con todo su potencial, la tendencia va a cambiar por sí sola. Y el cambio será más profundo mientras mayor sea el espacio que se abra para los agentes privados.