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UDD en la Prensa

Capitalismo constitucional

 Víctor Espinosa
Víctor Espinosa Investigador Faro UDD

El nuevo proceso constitucional requiere discutir el sistema económico en el que se basará la economía chilena para alcanzar el desarrollo económico. Mientras que el proyecto constitucional, ampliamente rechazado el 4 de septiembre de 2022, proponía un sistema económico altamente intervencionista o socialista, el debate actual parece tender hacia un sistema híbrido entre capitalismo y socialismo. La adopción de un sistema económico no es trivial, porque puede determinar el éxito o el fracaso de la estrategia de desarrollo a largo plazo. Aquí formularemos los principios económicos del capitalismo constitucional como la única forma de promover un crecimiento económico y desarrollo sano y sostenido.

El capitalismo es un sistema de organización social fundado en el derecho de propiedad privada. Esto implica que cada ser humano es dueño de su persona (cuerpo y mente), por lo tanto, de su trabajo y, por extensión, de cualquier propiedad (acciones) que haya creado, adquirido mediante vínculos contractuales o recolectado sin uso y propiedad previos.

El capitalismo es una condición sine qua non para el desarrollo económico, entendido como la ampliación de soluciones a los problemas humanos. Una sociedad de personas libres e iguales ante la ley les facilita tener una perspectiva a largo plazo para, por ejemplo, ahorrar, invertir y emprender. Lo contrario también aplica. La iniciativa empresarial y la acumulación de capital en el mercado (un proceso de intercambios voluntarios de derechos de propiedad privada) permiten, por un lado, la formación de precios que tienden a orientar la producción hacia las necesidades de los demás y, por otro, impulsa un proceso de coordinación de la oferta y la demanda de soluciones a los problemas humanos.

El Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, el Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial y el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional muestran que los países más respetuosos con los derechos de propiedad son los más libres, ricos y menos corruptos. Lo contrario también aplica. En su libro La Tiranía de los Expertos (2014), William Easterly, uno de los 100 economistas más influyentes del mundo, explica que la pobreza y la desigualdad son el resultado de barreras legales que dificultan o impiden el espíritu emprendedor de las personas.

La abolición de la propiedad privada significa atacar el derecho del ser humano a disponer de su persona, del fruto de su creatividad empresarial y de su libre uso. Es sustituir la voluntad de los individuos libres por la voluntad de quienes los mandan. Esta es una de las razones por las que el socialismo como abolición de los derechos de propiedad privada es un lastre para el crecimiento económico y el desarrollo (Merriam-Webster, 2023).

El capitalismo constitucional implica cambiar la mentalidad y pasar de dar poder al Estado y a los políticos a dar poder al pueblo. En el ámbito de la educación escolar, por ejemplo, sería pasar de un sistema educativo rígido, segregado y controlado por el gobierno central a una educación gratuita, autónoma e inclusiva. Los ingresos de los colegios dependerían del número de alumnos que obtuvieran (subvención a la demanda, también conocido como sistema de voucher), fomentando la competencia de proyectos educativos y la orientación de los currículos a las demandas del mercado laboral en un círculo virtuoso. De hecho, los mejores sistemas educativos del mundo, como Estonia, Finlandia o Suecia, se apoyan en esta lógica.

Que el nuevo proceso constitucional sea positivo para los chilenos (es decir, que conduzca a un crecimiento y desarrollo económico sano y sostenido a largo plazo) depende de un sistema económico que facilite el emprendimiento, el ahorro y la inversión bajo el principio de no agresión. Es hora de poner fin a la hipocresía y avanzar hacia el capitalismo constitucional. Como dijo el economista Ludwig von Mises, «todo el mundo, por muy fanático que sea en difamar y combatir el capitalismo, le rinde implícitamente homenaje al demandar apasionadamente sus productos.»