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UDD en la Prensa

Capital social en la Región

 Federico Valdés Lafontaine
Federico Valdés Lafontaine Rector

Chile ha mostrado su potencial de crecimiento durante estos últimos años y, en este contexto, la Región del Bio Bío presenta amplias posibilidades de desarrollo económico que, en el mediano o largo plazo, permitirían superar parte importante de los problemas sociales. Sin embargo, las políticas económicas no siempre tienen el efecto esperado, ya que muchas veces existen variables de otro ámbito que pueden contribuir o no al progreso de una región, sociedad o comunidad. Las investigaciones realizadas sobre capital social han demostrado que variables como la colaboración y cooperación entre los indi viduos, grupos e instituciones, como los niveles de confianza interpersonal y la capacidad de generar redes, constituyen factores fundamentales en el crecimiento económico.
Bajo esta lógica, la confianza, el apego y cumplimiento de normas, y las redes de asociatividad y vínculo entre las personas son importantes para generar oportunidades. Esto es válido desde las situaciones tan dramáticas como la pérdida del empleo, carencias en materia de salud, como aquellas para llevar adelante un nuevo emprendimiento o actividad comercial. Incluso el éxito de los hijos está vinculado a la capacidad de crear am bientes de colaboración y protección en una comunidad.
En contraste, una sociedad en la que pocos respetan las normas cívicas básicas, donde las personas tienen poco cuidado del entorno (basura en las calles), donde no se respetan normas de tránsito, ni tampoco la convivencia vecinal, y para que decir si existe corrupción, verá obstaculizado su desarrollo económico significativamente. En definitiva, para paliar los efectos de este tipo de conductas será necesario gastar más para prevenirlo o simplemente reparar daños. Una sociedad disgregada, donde nadie se conoce lo suficiente, en la cual no se generan vínculos verá del mismo modo limitado su desarrollo en otras esferas, porque las personas simplemente no podrán generar contactos para solicitar ayuda a sus vecinos, amigos o conocidos cuando la requieran, limitando sus potencialidades.
Por ello, en la medida en que se generan confianzas interpersonales, entre los grupos y entre las instituciones públicas y privadas, en la medida en que surge una cultura ciudadana y en que hay mayores redes de apoyo, emergen más posibilidades de desarrollo.
No sólo económico, sino que también a nivel subjetivo, puesto que la satisfacción y la gratificación con la vida, en general, están fuertemente asociadas con estos aspectos de orden sociocultural.
Lamentablemente, la Octava Región, así como el país, presenta bajos niveles de con fianza y de asociatividad en comparación con otras regiones y países. Los estudios comparativos y las mediciones que en dos oportunidades ha realizado la Universidad del Desarrollo junto a la Agencia de Innovación y Desarrollo de la Región de Bío Bío, plantean un desafío al respecto. Si bien estos índices se vieron incrementados después del terre moto del 27 de febrero de 2010 (lo que se observó en la Primera Encuesta sobre Capital Social), hoy han vuelto a sus niveles previos, es decir, semejantes a los bajos índices antes del terremoto, particularmente en materia de confianza interpersonal.
La tarea de aumentar el stock de capital social, no es fácil. Aumentar la confianza entre las personas y hacia las instituciones públicas y privadas es complejo.

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