Calidad, innovación y competencia
Al prensar en una nueva institucionalidad para nuestro sistema de educación superior, es necesario comprender bien lo que ha sucedido en los últimos 30 años y el rol que han jugado las universidades creadas después de 1980.
En ese sentido, la Superintendencia de Educación Superior debe tener un importante grado de autonomía, para no estar sometida a las presiones del gobierno de turno.
Asimismo, debe ser parte de un sistema que fomente la calidad de la enseñanza, la competencia y la innovación; uno que tenga una mirada general y no discrimine entre privadas y estatales.
Es también importante que respete y fomente la libertad de enseñanza y elección en un sistema universitario que está todavía en proceso de consolidación. Por lo mismo, debería ser un organismo que colabore con el desarrollo de las instituciones y no las asfixie. Esta nueva institucionalidad debe hacerse cargo de la diversidad que hoy existe y del hecho que más de la mitad de los alumnos están en universidades nuevas.
El aporte que éstas hacen radica precisamente en su creatividad y capacidad de innovación; en su audacia para cuestionar los modelos de universidades existentes en Chile y en su disposición a hacer las cosas de un modo diferente, mirando lo que ocurre en los centros de estudios más innovadores del mundo. En efecto, las nuevas universidades aprovechan la gran ventaja que otorga la flexibili dad de las organizaciones más livianas, con menos burocracia y mayor agilidad, desafiando la forma en que los planteles tradicionales llevan adelante sus procesos.
Es fundamental también que este nuevo organismo fiscalizador termine con las especulaciones acerca de qué está permitido y aquello que no lo está. Que deje claro, de una vez por todas, que las transacciones con empresas relacionadas -como las que tienen todas las universidades públicas y privadas en Chile- son legítimas cuando se realizan a precios de mercado, pero que deben ser informadas por el bien de la transparencia.
Un aspecto positivo de la creación de la superintendencia es que ayudará a recuperar la confianza en un sistema que si bien en general funciona bien, ha sido injustamente atacado como un todo, a causa de las transgresiones de determinadas autoridades, con nombre y apellido, que sin duda merecen ser sancionadas.
Lamentablemente, el tema de la superintendencia ha sido enarbolado por algunos que no creen en el valor de la iniciativa privada en la educación superior, como una forma de poner trabas a las instituciones que han venido a vigorizar el sistema en las últimas décadas.
Las universidades nacidas después de 1980 han sido un gran aporte.
Han permitido alcanzar un nivel de cobertura que nadie soñó siquiera cuando se legisló para permitir el ingreso de nuevos actores al sistema y un número de ellas ha alcanzado un nivel de excelencia que las ha posi cionado entre las preferidas de los egresados de cuarto medio. Prueba palpable de esto es que, una vez que se permitió su incorporación al Sistema Unicode Admisión del Cruch al menos cuatro de ellas, entre las que se cuenta la U. del Desarrollo, se ubicaron entre las 10 que reciben mejores puntajes de la PSU, superando a planteles de larga tradición.