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UDD en la Prensa

Calentamiento global y Empresas B

 Vesna Mandakovic
Vesna Mandakovic Directora, Instituto de Emprendimiento (IE), Facultad Economía y Negocios

Uno de los temas más apremiantes para la sociedad en los tiempos que corren es la necesidad de abordar las consecuencias del cambio climático. Hoy, como nunca, el mayor desafío que enfrenta la humanidad es mitigar el «calentamiento global», lo que implica conciliar una demanda creciente de energía con la necesidad de reducir los impactos negativos de la acción del hombre en el medio ambiente.
Los denominados gases de efecto invernadero (GEI) son los causantes del calentamiento global y, por lo tanto, todo esfuerzo por reducir sus emisiones será cada vez más importante. Es por eso que su disminución se ha establecido firmemente en las agendas políticas y corporativas en todo el mundo, lo que en gran medida explica también el proceso de «descarbonización» en curso. Pero también se requiere ir más allá y afrontar el problema del cambio climático como propio, por parte de los individuos y las organizaciones.
Existe relativo consenso que la mejor manera de aportar a la mitigación del fenómeno del cambio climático es mediante el uso de energías de bajas emisiones, la promoción de la eficiencia energética, la incorporación de fuentes renovables competitivas y la aplicación de nuevas tecnologías, tanto en la generación de energía como en los distintos procesos productivos. En este contexto, la forma tradicional de hacer negocios necesita ser revisada y actualizada, incorporando a las culturas corporativas el cuidado por el entorno y por el medio ambiente, lo que surge como un imperativo moral y de responsabilidad empresarial.
Rol clave
En este sentido, el rol de las Empresas B es clave y nos plantea una nueva forma de hacer negocios que cambia el paradigma tradicional de la rentabilidad. Este tipo de empresas nos demuestra que también se puede ser rentable, y generar valor para sus accionistas, usando la fuerza del mercado para dar solución a problemas sociales y ambientales. Este nuevo tipo de empresa amplía el deber para sus gestores y ejecutivos, para hacerse cargo de intereses no financieros, cumpliendo un compromiso de generar impactos positivos socio-ambientales, operando con altos estándares de desempeño y transparencia y potenciando su relación y vinculación con la comunidad, proveedores y diferentes públicos de interés.
La Empresa B combina el lucro con la solución a problemas sociales y ambientales aspirando a ser la mejor empresa para el mundo y no solo del mundo.
No nos referimos a un movimiento aislado o simplemente una moda. Actualmente más de 2.000 empresas en 50 países, que participan en más de 130 industrias, están certificadas como Empresas B. Estas empresas son capaces abordar el problema del cambio climático como una oportunidad y, por lo tanto, desarrollar su potencial en generar soluciones innovadoras, rentables y con un propósito ambiental definido. Analizando a las Empresas B es posible identificar y aprender del desarrollo de nuevos modelos de negocios, propuestas de valor y formas de organización que contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático.
Emprendimientos
Dentro de las Empresas B existen emprendimientos que son sostenibles, y que nacen precisamente para solucionar los problemas de la sociedad moderna asociados al deterioro del medioambiente, salud, educación, deforestación y desertificación (entre otros), pero también hay algunos que van más allá y son las denominadas empresas regeneradoras de vida.
Estas empresas tienen como propósito restaurar y regenerar ecosistemas degradados, además de construir capacidad de resiliencia en las comunidades donde operan. Aquí el objetivo va más allá de la mitigación o minimización de emisiones de carbono: el objetivo es regenerar, respetando los ciclos de la naturaleza.
Aprender de las prácticas de este tipo de empresas es vital, para enfrentar los problemas asociados al cambio climático, buscando la sincronía con el territorio y la integración de los ciclos naturales en la estructura organizacional y en los procesos de toma de decisiones, como una forma de re naturalizar y re humanizar la empresa