Buenas prácticas
La discusión urbana tiende a centrarse mayoritariamente en problemas y carencias de la mala planificación, dinámicas desenfrenadas de crecimiento, segregación espacial, o los recurrentes conflictos urbanos. Muchos creen que la solución es responsabilidad de municipios, el gobierno o los inmobiliarios, y en los ciudadanos reinan visiones pesimistas y autoflagelantes. Es hora de mirar la ciudad y la ciudadanía con una actitud más positiva y reconocer a quienes innovan por una mejor vida, ya que en el último tiempo se han articulado prácticas colaborativas entre vecinos, organizaciones, gobierno y privados que dan cuenta de un futuro posible. En este contexto es que mañana se llevará a cabo la premiación del III Concurso Nacional de Buenas Prácticas de la Secretaría Ejecutiva de Desarrollo de Barrios del Minvu donde los propios vecinos y funcionarios involucrados expondrán -y lo más importante- compartirán una veintena de experiencias seleccionadas de entre más de 70 de todo el país, que apuestan a mejorar la calidad de vida de nuestros barrios y ciudades. Entre los proyectos seleccionados destacan iniciativas comunitarias para recuperar terrenos baldíos y convertirlos en plazas modelos para que vecinos administren gimnasios y equipamiento social en zonas extremas, implementación de huertos, reciclaje, gestión de microbasurales y arte urbano fortalecimiento de la identidad local y construcción de capital social entre otras.
La mayoría de las iniciativas premiadas no son proyectos, sino aplicaciones concretas de mediano plazo que ya han dado frutos positivos en sus comunidades, mejorando indicadores tan relevantes como la cohesión social y la seguridad, lo que da cuenta de que las buenas políticas públicas son las que se extienden más allá de ciclos electorales o el gobierno de turno.
En este sentido, hay que destacar que esta visión de desarrollo urbano se instala originalmente en la administración Bachelet, que en lugar de focalizarse en megaproyectos como su antecesor, se concentró en la recuperación de barrios y fortalecimiento de las capacidades de organización de los vecinos. De esta visión surgió con fuerza el programa «Quiero mi Barrio», que originalmente se propuso la ambiciosa meta de intervenir en más de 200 barrios críticos en todo el país con la meta de recuperar la ciudad «desde adentro» y junto a la comunidad. Para sorpresa de muchos, el gobierno del Presidente Piñera no sólo decidió continuar el programa sino además lo potenció con mayor apoyo institucional y lo amplió hacia la atención de los condominios sociales, como ya se advierte en proyectos emblemáticos como Bajos de Mena en Puente Alto.
Esta transformación profunda, de la mano de una articulación entre juntas de vecinos, comités vecinales o comités de vivienda, con una fuerte participación de ONG, organizaciones de voluntariado, universidades, gobierno y el sector privado dan cuenta de que las buenas prácticas no quedan sólo en una pequeña plaza, sino también en el diseño, implementación y perfeccionamiento de buenas políticas públicas.