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UDD en la Prensa

Barreras de papel

 Fernanda García
Fernanda García Subdirectora Ejecutiva y Directora del Programa de Pregrado Faro

La presidencia de la Cámara pertenece al Partido Comunista, mientras la diputada Cariola asegura que la mesa que preside entrega garantías, y reitera que las credenciales democráticas del PC “no están en duda”. Como muchos, suspiro y reflexiono. El comunismo no tiene ni podrá tener jamás credenciales democráticas. Repaso los estatutos del PC, confirmando que su ideario satisface todas las hipótesis disponibles de inconstitucionalidad. Es “revolucionario” y “marxista-leninista”, y eso lo hace contrario a la democracia, totalitario, e inductor de la violencia. Chile y otras democracias lo toleran porque la historia muestra que proscrito, el PC crece.

Pero Cariola cuando habla, transmite convicción. Por eso, por unos momentos, lo invito a dejar de lado la tesis del engaño político deliberado e intentar “leer” qué hay en esa retórica que a ratos parece genuina.

Por una parte, la credencial democrática que invoca la diputada no es ajena a la idiosincrasia narrativa del PC que insiste en declararse democrático. ¿Cómo es esto posible? La respuesta, sencilla: el comunismo considera democrático exactamente lo contrario a lo que el resto del mundo define como tal. Los países de la órbita soviética eran “repúblicas democráticas”, así como hoy lo son Cuba, Venezuela, Nicaragua y Corea del Norte.

Por otra parte, el comunismo revolucionario y violento que desdeña el Estado de Derecho, está dispuesto excepcionalmente a utilizarlo. Y si bien el PC Soviético desconfió del camino de la instrumentalización de la institucionalidad democrática, ella en cambio fue fundante en la llamada “vía chilena al socialismo”, con Allende y la UP. Bajo ese prisma, el comunismo subvierte la democracia, poniendo a las personas y al derecho al servicio del Estado. Por el legalismo, descarta al derecho y conserva solo las leyes, que se limitan a ser lo que sea diga el gobernante. En palabras del propio Allende, la “vía legal” chilena, con “esas barreras de papel” que tantas veces burló, tributa también a la “credencial democrática comunista” que invoca Cariola hoy.

Pero existe aún una tercera fuente de la que puede emanar la convicción que transmite la diputada, y es la que, a pesar de las contradicciones teóricas, descansa en su fuero interno, y nace de su humanidad. Ésta desgraciadamente, está condenada a ser aplastada por el partidismo que captura a la persona del militante y del líder comunista, y se encarga de anular cualquier vestigio de disenso que pueda subsistir en él. La reflexión personal del o la militante que a veces asoma en su discurso público, ha de sucumbir bajo la maquina partidista, a la que en este caso ella, ha entregado ya su vida y su libertad. La Cámara está en manos del Partido Comunista, y no en las de la diputada, y es indispensable que, al menos en eso, estemos de acuerdo.