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UDD en la Prensa

Axiomas y política

 Daniel Contesse Strauss
Daniel Contesse Strauss Vicerrector de Innovación y Desarrollo

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra axioma como una proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración. En la discusión pública actual nos hemos llenado de aparentes axiomas y pocos se han preocupado de develar este error. Más bien vemos como muchos dirigentes simplemente los aceptan y entran en una discusión que toma como base estos falsos axiomas y a partir de ahí debaten sobre distintas alternativas.
En la discusión pública está lleno de pares lógicos del tipo diagnóstico-solución, donde se asocia indisolublemente conceptos que no necesariamente tienen una conexión lógica. Un ejemplo súper conocido es el de igualdad e impuestos. El diagnóstico es claro y consensuado: Chile tiene que progresar significativamente en ofrecerle más y mejores oportunidades a sus ciudadanos. No hay quién no esté de acuerdo en esta afirmación. Hasta ahí, nada extraño. El problema surge en que a este consensuado diagnóstico se le asocia de manera axiomática una solución: subir los impuestos.
Entonces se instala como una verdad fuera de cuestionamiento que para que los chilenos puedan progresar y tener una mejor vida tenemos que subir los impuestos. Como este par se entiende como un axioma, entonces los dirigentes no lo cuestionan y se paran sobre éste para iniciar una discusión menor en torno a la gradualidad de los cambios, pero no a la conveniencia de éstos; tomándolo como una verdad revelada no discutible. La discusión se reduce entonces a cómo subimos los impuestos o qué tanto lo hacemos, pero ya no se discute sobre si subir los impuestos hará o no que los chilenos vivan mejor.
Se echa de menos, por lo tanto un liderazgo político fuerte que ayude a subir el nivel de la discusión pública poniendo exigencias a los que presentan estas soluciones a que demuestren seriamente la racionalidad detrás de estas propuestas.
Lo que se echa de menos es que los que están a cargo de proponer soluciones tengan un mayor rigor en la discusión y un esfuerzo por revisar supuestos que son claramente discutibles. Lo que se espera es que los que participan de la discusión de nuevas políticas públicas echen a andar la imaginación, la creatividad y la innovación para ofrecer soluciones que realmente funcionen, de acuerdo con el tiempo que nos toca vivir y considerando la evidencia que los experimentos sociales del pasado y presente ofrecen y que más bien demuestran la falsedad de muchos de estos pares lógicos propuestos.
Lo que necesitamos es más responsabilidad y racionalidad en la discusión y menos verdades reveladas, por mucho que esta revelación venga de un libro sagrado llamado programa.