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UDD en la Prensa

Avanzar sin transar

 Fernanda García
Fernanda García Subdirectora Ejecutiva y Directora del Programa de Pregrado Faro

El cambio de gabinete es un hecho consumado. Solo el tiempo dirá si los ajustes ministeriales producirán efectos concretos en el rumbo de acción del Ejecutivo. Los cambios realizados plantean desafíos políticos particulares a los que habrá que estar atentos. El ministro Cataldo, PC, parece ser un hombre con importantes habilidades sociales, la persona que el gobierno necesita en Educación para enfrentar un inminente paro del Colegio de Profesores. ¿Pero es él la persona adecuada para encabezar la tan necesaria (y retrasada) reactivación educativa? Aurora Williams llega a Minería a revertir una gestión en la que demasiadas cuestiones (royalty, Enami, Ventanas, el debate sobre el litio) han pospuesto la reactivación de un área esencial para la economía chilena. Carolina Arredondo en Cultura, estará encargada de retomar la conmemoración de los «50 años», y mostrar alguna autonomía de gestión para superar la bochornosa salida de Patricio Fernández.

Con todo, la reflexión sobre la relevancia política del cambio ministerial permanece vigente. La trivialidad que se atribuye a los cambios ministeriales es, en sí misma, una contundente afirmación política del gobierno, y en especial, de una de sus facciones. Así, por lo demás, lo explicitó el miércoles Vallejo al señalar que con este cambio el gobierno no cambia de rumbo. No es aventurado interpretar que el incremento de la presencia del PC en el gabinete reafirma la vigencia del proyecto refundacional del gobierno. Se confirma así la vigencia, y aun la preeminencia, de «una de las almas» del Ejecutivo. Este gabinete es radical: no solo incluye a tres ministros comunistas, sino que los ubica en roles claves como Educación, y dos de los cinco cupos que conforman el influyente Comité Político.

Lejos de existir una autocrítica frente a la obstinada permanencia de Jackson en el poder en el contexto del caso convenios, los cambios sugieren que el gobierno considera importante transmitir que no será doblegado, y que toda presión del adversario político no solo no causará la revisión de su programa, sino que más bien producirá su radicalización. Si bien es cierto que las palabras del Presidente al anunciar el ajuste ministerial hablaron de unidad, los hechos muestran más bien que el mensaje que dirige a Chile, o al menos a la parte de los chilenos que adhieren a la versión más extrema de su proyecto, es en realidad «Avanzar sin transar». Hace pocas semanas, el Presidente declaró que una parte de él tributaba a una matriz refundacional, en cuanto aspiraba «derrocar el capitalismo». Los cambios que hoy realiza en su equipo, en un contexto en que las señales políticas son relevantes, parecen sugerir que al menos hoy, la otra parte de él, la que estaba pendiente de definición, aspira a lo mismo.