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UDD en la Prensa

Años nuevos, ¿vidas nuevas?

 Eduardo  Andrades Rivas
Eduardo Andrades Rivas Profesor Facultad de Derecho CCP

«Este año sí que bajo de peso», «el lunes sin falta me pongo a estudiar», «este año que viene cambio el auto». Son muchos los ejemplos que podríamos citar y que de seguro los lectores habrán escuchado a lo largo de los años, con motivo de las tiestas de Año Nuevo. Especialmente en tiempos en que Nostradamus y mayas profetizaban términos del mundo, de ciclos y de eras.
Pues bien, digámoslo con claridad: ¡No hay tal vida nueva, ni acabo de mundo ni cambio de época! Lo decimos en la certeza de haber pasado sanos y salvos por mitologías mayas, tarots egipcios, runas celtas y todo tipo de libros perdidos, que harían que el pobre Nostradamus se revolcara en su tumba.
Lo que sí es cierto es la cantidad de dólares, pesos, libras y euros que han salido de los bolsillos de muchos incautos para alimentar los de los profetas y gurúes que cada cierto número de años re inventan los mitos milenaristas; mitos que como personas adultas ya deberíamos apreciar con un mínimo espíritu crítico.
«Cuando venga nuevamente el Salvador, revestido de su Gloria, el Emperador entregará a Nuestro Señor las llaves de todos los reinos cristianos»: ese fue el mito del año 1000. Sin duda una imagen hermosa. Pero los nuevos mitos carecen de la belleza de los antiguos y a falta de delicadeza abundan en destrucciones planetarias, efusiones sangrientas y versiones tremendistas de música heavy metal. O en atractivas fiestas sin fin, celebraciones de Año Nuevo que más bien parecen gigantescas escenas de comedia hollyWoodense, donde a falta de auténtica champaña, la gente, con un nivel de siutiquería que la vuelve ridícula, bebe «espumantes» y emplea el espantoso «cotillón».
Cabría preguntarse la razón de tanta vanidad y tonterías juntas. Pareciera que ella radica en una muy atávica característica del género humano. que es creer que con el paso de ciertos ritos misteriosos o ceremonias paganas la vida cambiara por arte de magia, las tristezas y derrotas se olvidarán y se renacerá a una existencia supuestamente más feliz, sin deudas ni cirrosis hepática.
No, ninguna de estas autoindulgentes filosofías puede darle al hombre la respuesta a las inquietudes que caracterizan la vida en este mundo.
Lo que sí puede y debe haber es esfuerzo inquebrantable, trabajo renovado, sacrificio por las cosas buenas y nobles que se desea alcanzar, para bien personal y familiar. Y no olvidar nunca que frente a los defectos, la adversidad y las penurias, hemos sido creados con la fuerza para poder enfrentarlas y superarlas.
Feliz Año Nuevo.