Análisis: Espíritu emprendedor
El reconocimiento al “espíritu emprendedor” que la Universidad del Desarrollo (UDD) viene realizando anualmente desde hace ya dos décadas, y cuya versión 2019 se realizó la semana pasada, tuvo en esta oportunidad un sabor especial. En momentos en los que la sensación que predomina en el ambiente es una de incertidumbre, sazonada con una buena dosis de confusión respecto de los caminos que se deben seguir para superar esta difícil situación, con sus testimonios los cuatro premiados han entregado un potente mensaje de optimismo, en cuanto a que la voluntad y la disposición a emprender son una poderosa fuerza capaz de alcanzar objetivos que parecen inalcanzables cuando se plantean. Ya se trate de un emprendedor consagrado (en esta oportunidad, Juan Manuel Casanueva, fundador de la empresa de telecomunicaciones GTD); de emprendedores emergentes (este año, Matías Muchnick, Pablo Zamora y Karim Pichara, el equipo fundador de NotCo); de un emprendedor social (Eduardo della Maggiora, creador de Burn to Give), o de una exalumna de esta universidad que renunció a su trabajo para transformar su proyecto de título en un emprendimiento (Sophie Trager, creadora de la iniciativa A la quimio con mi simio, que ayuda a niños que están en tratamiento de quimioterapia), en todos los casos lo que se transpira es creatividad, esfuerzo, perseverancia y resiliencia en pos de un sueño.
Cuando se logra entender que los emprendedores son en último término poderosos agentes de cambio, capaces de resolver problemas y de entregar soluciones a las necesidades de las personas, comprometiéndose genuinamente con el destino de la sociedad, y que no son sujetos que andan solo a la búsqueda de ganancias de corto plazo, se empiezan a abrir las puertas para que puedan encontrar un espacio donde desarrollar este potencial. En momentos de tensión como el que Chile vive actualmente, en el que objetivamente hay necesidades sociales que no han podido ser resueltas satisfactoriamente, la reacción natural suele ser la de mirar al Estado para que se encargue de resolver el problema. Hay casos en los que esta labor parece insustituible, pero con genuina buena voluntad y apertura de mente es posible descubrir que hay múltiples situaciones en las que la mejor opción es la que surge cuando se abre camino a la fuerza emprendedora que se anida en la sociedad civil. No solo las soluciones terminan siendo más eficientes, sino que además se logra un mayor involucramiento de muchas personas en los problemas que nos afectan a todos.