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UDD en la Prensa

A cinco años de la pandemia del Covid-19: lecciones aprendidas

 Sofía Salas Ibarra
Sofía Salas Ibarra Profesora Titular, Centro de Bioética, Facultad de Medicina

Este 3 de marzo se cumplieron 5 años del primer paciente chileno diagnosticado en el Hospital de Talca con Covid-19, quien venía llegando de un viaje por Asia; muy pronto hubo transmisión a nivel local de este virus “importado”. El 11 de marzo, la OMS anunció que la nueva enfermedad por el coronavirus 2019 (Covid-19) podía considerarse como una pandemia, al constatar que estaba presente en muchos países, en distintos continentes, afectando a un gran número de personas. A los pocos días del “paciente cero” chileno, se registró el primer deceso de una mujer de 82 años con varias comorbilidades. El 18 de marzo se decretó Estado de excepción constitucional, lo que permitió el cierre total de las fronteras, la declaración de toque de queda nocturno, el establecimiento de cordones sanitarios, la instalación de “hoteles sanitarios” para aquellos que no podían hacer aislamiento en sus hogares, y cuarentenas a partir del 26 de marzo. A nivel mundial, hubo más de 20 millones de fallecidos, en su mayoría mayores de 60 años. La pandemia contribuyó a que 130 millones de personas cayeran en la pobreza y dejó a 1.6 billones de niños sin ir a la escuela. Según datos del Minsal, a febrero del 2025 hay 58.534 fallecidos por Covid-19.

Dado el tiempo transcurrido, bien vale la pena hacer un análisis de las lecciones aprendidas, tanto a nivel global como nacional.

A nivel mundial, es necesario mencionar la importancia de la cooperación internacional, puesto que los problemas de salud pública trascienden las fronteras y requieren una respuesta coordinada a nivel global, incluyendo el compartir información, desarrollar vacunas e implementar medidas de control. Asimismo, la pandemia reveló debilidades y desigualdades en la capacidad de respuesta, puesto que tuvo un impacto desproporcionado en poblaciones vulnerables, como los ancianos, los pobres, los migrantes y las personas con enfermedades crónicas, subrayando la necesidad de abordar las desigualdades en salud y garantizar el acceso equitativo a los servicios de salud.

A nivel nacional, hay que destacar la importancia de la integración público-privada para el manejo de una crisis sanitaria de esta magnitud. Muy precozmente el Minsal empezó a distribuir pacientes graves a lo largo de todo Chile, utilizando recursos tanto de establecimientos públicos como privados, así como aviones de las FF.AA. para no dejar a nadie sin atención. Junto a ello, se reconvirtieron camas y se postergaron atenciones electivas. Estas decisiones contribuyeron a salvar muchas vidas y es un ejemplo a seguir ante futuras crisis sanitarias.

Pronto comenzaron ensayos clínicos de las nuevas vacunas para el Covid. Esto requirió audacia por parte del Presidente Piñera para conseguir acceso oportuno a las vacunas, ofreciendo la robustez del sistema estadístico de salud para analizar su eficacia: al año del inicio de la pandemia, en Chile ya había alrededor de 3.5 millones de personas vacunadas. Los datos generados desde Chile permitieron que se conocieran mejor la eficacia y seguridad de las vacunas, especialmente la de Sinovac. Las vacunas adquirieron un rol central en hacerle frente a la pandemia y contribuyeron de manera significativa a la reactivación económica y a volver a la normalidad.

Si bien al inicio el cierre de las escuelas pareció adecuado, dado el desconocimiento de los efectos del virus, la demora en reabrirlas tuvo un impacto significativo en los aprendizajes, especialmente de la población de menor edad. Chile tuvo el triste récord de la OCDE con más de 250 días de clases suspendidas entre 2020 y 2021, mientras que la mayoría de los países desarrollados tuvieron menos de 50 días de suspensión y varios desecharon esa medida al entrar el segundo año de la pandemia. Una gran enseñanza es que las escuelas debieran ser las últimas en cerrarse y las primeras en abrirse.

La pandemia tuvo impactos económicos y laborales significativos: se cerraron muchos negocios, sobre todo aquellos relacionados con el turismo y gastronomía, y se reimpulsaron otros, especialmente aquellos servicios en línea, incluyendo entrega a domicilio de los más variados productos. Varios de estos emprendimientos aún perduran. El costo económico de la pandemia lo pagaron las Pymes, como muestra un reciente estudio de los exsubsecretarios Julio Pertuzé y Paula Daza (junto a otros autores). Este impacto fue mayor en el sector servicio, que emplea predominantemente mujeres; el empleo femenino aún no se recupera a nivel prepandemia. En futuras emergencias sanitarias se debe intentar que las medidas restrictivas sean las menos posibles y por el menor tiempo, para disminuir el impacto en la economía y en la educación. Por otra parte, en muchos empleos se ha visto que el teletrabajo y la flexibilidad que aquello implica, especialmente cuando se intenta conciliar la vida personal con la familiar, es algo bien valorado y que no afecta negativamente la productividad.

Finalmente, es necesario mencionar la relevancia y responsabilidad que tienen los medios, para contribuir a informar a la población, evitando propagar información no validada o abiertamente incorrecta o maliciosa. Esta responsabilidad no es solo de los medios de comunicación, sino que muy especialmente de los líderes de opinión, alguno de los cuales, por una intención más bien política, trataron de forma sistemática de desacreditar la manera en que el gobierno del Presidente Piñera conducía esta crisis sanitaria. ¡Tarde han reconocido cuán equivocados estaban!

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