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UDD en la Prensa

 Mauricio Bravo
Mauricio Bravo Vicedecano de la Facultad de Educación

Recientemente escuchamos el nombre de nuestro país en la ceremonia de los premios Oscar. La historia de un oso alejado de su familia batía un record nacional que, sin duda, será registrado en las memorias de nuestra historia. Este reconocimiento generará grandes externalidades positivas en el mundo de la animación digital chilena. Por ejemplo, la industria internacional pondrá los ojos en la creatividad criolla ampliando sus oportunidades de desarrollo, es decir, mayor inversión, nuevos proyectos con mayor plusvalía, etc.
Lo paradójico fue conocer que el proyecto fue patrocinado por una universidad privada hostigada por parte de la izquierda por pertenecer a un holding americano. Junto con anterior, el discurso monopólico de los derechos humanos y de los excesos de la dictadura se desdibuja y distintos actores de la sociedad abordan la temática fuera de los límites y del control de la izquierda tradicional. Hablar del exilio y sus consecuencias para la constitución familiar ya no es un bandera de lucha electoral, sino un tema de trascendencia nacional y transmisión cultural desde la pluralidad de las universidades chilenas, tanto públicas como privadas.
¿Cuánto le duele a la izquierda chilena que una institución privada que les huele a lucro haya posicionado una historia basada en el exilio en lo más alto del cine internacional? ¿Cuánto les duele que un gobierno socialista haya cofinanciado el proyecto de una universidad privada? ¿Cuánto les duele que una universidad del Estado no haya sido galardonada? ¡¡Es una estocada en el corazón de su ideología!!
Con todo lo anterior se caen los argumentos simplones de una parte de la izquierda que persigue el «pecado original» de los proyectos no estatales, dado que existe evidencia que varias de las instituciones públicas no han demostrado niveles de excelencia, siendo superadas por planteles privados con mayor grado de innovación, desarrollo e investigación.  Más aún cuando ciertos sectores desvalorizan el significativo aporte de las instituciones privadas y proponen implícitamente su lenta desaparición.  Pareciera ser que estamos en presencia de una «izquierda estatista», no menos ‘melancólica’, que se resiste a entender las transformaciones culturales y sociales que han tenido lugar en los últimos 30 años.
Esta misma izquierda es la que busca monopolizar el mentado «régimen de lo público»- y no por tratarse necesariamente de proyectos universitarios que tengan bajos niveles de calidad, sino que a pesar de contar con infraestructura, calidad docente, altas tasas de empleabilidad, pluralidad académica, entre otros, representan un modelo que algunos quieren eliminar o acotar su influencia y participación.
En síntesis, “Historia de un Oso” es uno más de los tantos argumentos explícitos de que las instituciones privadas pueden ser verdaderos y mejores generadores de bienes públicos. Es más bien el desplome del muro entre aquellos que pregonan argumentos banales sobre el aporte del sector privado al bien común y la omnipresente realidad que buscan esconder bajo el eslogan de que solo las instituciones públicas son verdaderas universidades.