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UDD en la Prensa

Energía

 Carlos Smith C.
Carlos Smith C. Director de Ingeniería (E) en Administración

Me impresiona cómo muchas personas hablan con tanta propiedad de temas que no conocen. Es muy fácil en 140 caracteres escribir sobre la mal llamada «ley Monsanto» o sobre los precios de la energía y demonizar a los involucrados. Es un recurso muy facilista. Si hiciéramos una encuesta en la calle la mayoría de las personas se opondrían a esta ley y aseguraría que en el sector eléctrico debiera haber una empresa estatal de energía para evitar el «abuso». Les puedo asegurar que en muchos casos los que hablan de este último mercado ni siquiera saben la diferencia entre potencia y energía.
Chile cuenta con un sistema donde principalmente existen 3 actores totalmente distintos: Generación, transmisión y distribución. Los generadores se juntan a una línea de transmisión que recorre el país. Luego, existen los distribuidores que son los encargados de entregar la energía en las «ciudades». En la generación no existen economías de escala por lo que es un mercado competitivo donde no se fija el precio, pero si tiene un mecanismo de precios, que luego explicaré. La transmisión y distribución son economías de redes, por lo que sus costos fijos son muy altos, lo que le generan economías de escala siendo ambos un monopolio natural (es mejor para la sociedad que haya un solo productor). En la transmisión existe un mecanismo de tarificación y en la distribución existe una regulación de las tarifas. Además tiene la particularidad que el bien generado no se puede acumular, por lo que la oferta y de la demanda de energía debe ser exactamente igual en cada instante; si no el sistema se cae.
Cuando se firman los contratos con Argentina para que nos entregara gas (barato), significó una tremenda inversión en esa tecnología Luego que nos cortan el gas estas centrales comienzan a producir en forma dual (Gas o Diesel). Esto ha llevado a que el precio de la energía esté en niveles bastante altos, dado que las inversiones en generadoras de base (energía barata; hidro y carbón) están prácticamente paralizadas (alta judicialización), el precio y el uso del diesel es mayor, hemos tenido una sequía bastante constante en los último años, tenemos problemas territoriales con pueblos indígenas (y no indígenas) y los ambientalistas que se han opuesto fuertemente a las centrales hidroeléctricas. Todo esto nos lleva a vislumbrar la posibilidad de tener episodios de racionamiento en el futuro (año 2018 aprox.) con los consecuentes costos económicos asociados a una situación de esta naturaleza, que llegan a ser mucho mayores que el costo de producir más energía, inclusive de punta (diesel, la más cara de todas).
De esta manera, la coyuntura actual nos muestra que el problema tiene un componente político no menor. Ya con el resultado de las elecciones tampoco se ha logrado dilucidar hoy la solución o una postura más clara al respecto del conglomerado electo. Esperemos que de una vez por todas haya una política clara que no solo nos hable de que el 20% de la energía debe ser Energía Renovable No Convencionales (ERNC) al 2025 (por ley), lo cual es difícil y caro de lograr, sino también cuál será la forma de producir ese otro 80%. Hoy muchos idealizan el mundo y piensan en un Chile donde no hay carbonera ni plantas a diesel, ni hidroeléctricas y generamos solo con ERNC. Ese mundo no existe en ninguna parte y es imposible de lograr. Es por esto que es de suma importancia los precios a los cuales consumiremos energía en el futura. No solo a nivel de clientes regulados sino también considerando que es uno de los costos más relevantes en la producción de bienes y servidos para nuestro país. Si seguimos en esta senda donde los costos de generar siguen aumentando, los efectos, dado el precio en la economía pueden ser desastrosos.
Pensemos en la cuenta de luz de los hogares. El incremento de esta generará que más personas queden bajo la línea de la pobreza, aun asumiendo que se logra tajar en algo el consumo. A nivel empresarial, el aumento de los costos puede llevar a presiones inflacionarias a nivel nacional y pérdida de competitividad a nivel internacional. Esta situación puede llevar a que empresas cierren, generando desempleo y pérdida de bienestar para la población.
Todo lo anteriormente expuesto nos lleva a pensar en que debemos ser capaces de generar una política que permita que el sistema de precios actual logre que los costos, y por ende, los precios sean menores en el futuro y podamos evitar el racionamiento, bajar la cuentas de los clientes regulados, bajarlos costos de las empresas y llegar a un equilibrio con los efectos en el medio ambiente. Esto no es fácil en nuestra sociedad donde se ha puesto de moda oponerse a cualquier proyecto energética. Como esto es lo que «vende» hoy, las decisiones políticas se hacen más difíciles de tomar ya que debemos considerar que los políticos maximizan votos. Claro ejemplo de esto fue la decisión del Presidente Piñera de detener Barrancones.